Aviso: Estamos en un proceso de diseño y reorganización de contenidos en nuestra web. Si quieres hacernos cualquier comentario al respecto puedes escribirnos a comunicacion@enfermeriacomunitaria.org.

Espacio AEC

 

Medios de comunicación, pandemia y salud

 
Posiblemente ni el/la más optimista de los/as periodistas hubiese podido imaginar un escenario como el generado por la CO- VID-19. Escenario de permanente y continua actualidad sobre la que desarrollar toda su actividad.
Pero de igual manera que nuestro sistema sanitario, a pesar de los esfuerzos por situarlo como excelente, ha demostrado tener claras deficiencias, los medios de comunicación no se han quedado atrás.
Se ha tratado de trasladar a la opinión pública que nuestro sistema sanitario es uno de los mejores del mundo, cuando lo que ciertamente es excelente es nuestro estado de salud, que no tiene relación unívoca y exclusiva con el sistema sanitario, pues ya es sabido que los determinantes sociales inciden de manera muy superior en los niveles de salud comunitarios de lo que lo hace el sistema sanitario. Aunque las inversiones en este sean inmensamente superiores a las que se llevan a cabo con relación a dichos determinantes.
De igual modo, posiblemente, como resultado del espejismo que genera esta dicotomía permanente entre salud y sanidad, es por lo que también las/os periodistas replican exactamente el mismo discurso disociado, estereotipado, deformado, engañoso y distorsionado en relación a las noticias que en torno a la salud o la sanidad se generan, y que incluyen no solo los resultados de las intervenciones en un momento dado, sino a quienes las llevan a cabo, es decir, las/os profesionales sanitarias/os.
Sin embargo, en este caso, me voy a detener en el tratamiento periodístico, que en torno a la pandemia y todo lo que a su alrededor se está generando, se ha llevado a cabo.
Con este panorama, por lo tanto, hemos tenido la oportunidad de asistir a la desmitificación de nuestro Sistema Sanitario y a la permanente deformación de la información trasladada por las/os periodistas en aras a unas audiencias que, ahora más que nunca, tienen una feroz competencia por aumentar, aunque sea utilizando a pseudoexpertos, dando por buenas falas noticias (fake news), o convirtiendo en tertulias intrascendentes lo que deberían ser debates rigurosos.
Para empezar, quisiera resaltar, antes de nada, la importancia que sin duda tienen los medios de comunicación en la sociedad como instrumento fundamental de información para la ciudadanía. Pero dicho esto, también es importante destacar los sesgos, olvidos o interpretaciones que en torno a dicha información se llevan a cabo, contribuyendo a una imagen distorsionada, alarmista, sensacionalista, falsa, oportunista e incluso con falta de rigor, que en más ocasiones de las deseadas se traslada, perpetuando tópicos y estereotipos respecto al sistema sanitario y a sus profesionales.
Tal y como comentaba al principio, lo primero que tiende a confundirse son los términos sanidad y salud, usándolos como sinónimos, cuando su significado es completamente diferente. Y es en función de esa mala utilización sobre la que se construye una imagen distorsionada y alejada de la realidad, ya que al hablar de sanidad automáticamente se asocia a hospital. Y al hablar de hospital se habla de enfermedad. Y al hablar de enfermedad se habla de médicos. Y al hablar de médicos se habla de medicinas y tecnología. Y al hablar de medicinas y tecnología se habla de pacientes. Y al hablar de pacientes se habla de sus patologías (sujetos diabéticos, hipertensos, crónicos…). Y al hablar de patologías se habla de asistencia. Y al hablar de asistencia se habla de dependencia. Y al hablar de dependencia se habla de paternalismo. Y al hablar de paternalismo se habla de sumisión. Y al hablar de sumisión se habla de obediencia. Y al hablar de obediencia se habla de falta de libertad… Lo que conduce al sistema que tenemos, y que por mucho que se empeñen políticos, gestores, periodistas o analistas, no es excelente y tiene importantísimas carencias que hay que acometer de manera urgente. La medicalización, el asistencialismo, el hospitalcentrismo, la excesiva dependencia de la técnica y la industria farmacéutica, acaban por mimetizar a todo un sistema que fagocita y anula cualquier otra perspectiva posible.
Toda esa secuencia que he descrito lleva a que se anulen, oculten, deformen, malinterpreten aspectos, conceptos, ideas, acciones tan importantes como hospital vs. Atención Primaria, enfermedad vs. salud, médicos vs. profesionales de la salud (enfermeras, fisioterapeutas, matronas…), medicinas y tecnología vs. cuidados, pacientes vs. personas, patologías vs. problemas de salud, asistencia vs. atención, dependencia vs. autonomía, paternalismo vs. empoderamiento, sumisión vs. capacidad de decisión y obediencia vs. libertad. Todos y cada uno de ellos fundamentales para poder entender lo que es y significa un sistema de salud en el que tanto las/os profesionales como la ciudadanía son fundamentales para que realmente pueda con- siderarse excelente.
Ante este reduccionismo, en torno a la salud y la sanidad, las/os periodistas buscan como fuentes de información casi exclusivas a los médicos, con lo que establecen una espiral de fuerza centrífuga que aleja del centro de atención todo aquello que no se corresponda con dichos “protagonistas” o con lo que ellos entienden por sanidad y salud, lo que nos sitúa en un escenario, que nada tiene que ver con la realidad social en la que, no lo olvidemos, está incorporado el sistema sanitario.
Así pues, las/os periodistas recogen como propia y real esta imagen y la proyectan a la sociedad. De tal manera que se habla de médicos y profesionales sanitarios, lo que automáticamente excluye a los médicos como profesionales sanitarios o bien les sitúa en un nivel superior al nombrarlo de manera diferenciada del resto. Se habla de cuidados y se excluye a quienes fundamentalmente los prestan como son las enfermeras. Se habla de investigación médica en lugar de investigación sanitaria o en salud, como si tan solo los médicos pudieran investigar o investigasen. Se habla de la importancia de tal o cual técnica médica, y se ignora sistemáticamente cualquier intervención enfermera que puede tener efectos sobre la salud mucho mayores que una técnica específica para un reducido grupo de personas. Se habla de pacientes, patologías, síntomas… anulando o cosificando a las personas y sus familias que tienen que afrontarlo…
Esto que venía siendo habitual con la pandemia se magnifica y amplifica, aunque se trate de disimular con falsas adulaciones políticas, con aplausos y reconocimientos heroicos que no corresponden con la realidad ni aportan absolutamente nada a la solución de las graves carencias del sistema. Más bien todo lo contrario, porque cuando todo esto acabe o cuanto menos disminuya en intensidad, dichos apelativos y muestras serán utilizadas como único pago a la motivación, implicación, sufrimiento, dolor e incluso muerte que han tenido que sufrir las/os profesionales en general y las enfermeras en particular.
Por otra parte, dado que algunas/os periodistas deforman la realidad y las/os políticas/os se enteran de casi todo lo que sucede, según ellas/os mismas/os declaran, por los medios de comunicación, no es de extrañar que suceda lo que sucede y que se avance, lo que se avanza, o sea, poco, por no decir nada o incluso se retroceda en ocasiones.
Sería deseable que las/os periodistas rebajasen su ego y protagonismo y se aviniesen a modificar su discurso caduco, confuso e inexacto en relación a todo cuanto rodea a la sanidad y a la salud, con humildad y sin identificar como ataque cada una de las peticiones de corrección, que, por ejemplo, desde la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) se les traslada de manera permanente. Básicamente porque nuestro interés, como el suyo, es el de informar y formar a la población a la que nos debemos desde los medios de comunicación o desde el sistema de salud. Vamos todos en el mismo barco, no es cuestión de hacer motines para ver quién se queda con el tesoro, entre otras cosas porque ese tesoro no es otra cosa que la salud y de todas/os depende promocionarla, mantenerla, conservarla y cuidarla.
 
José Ramón Martínez Riera
Presidente de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC)
 
 
 

RIdEC incorpora una plataforma digital de envíos para la gestión y evaluación de artículos científicos

Esta tecnología mejorará la funcionalidad de RIdEC y actualiza el modelo de trabajo tanto para autores/as, como para revisores/as. Además, se han actualizado las normas de publicación 2020

 
Este mes de mayo 2020, en RIdEC implementamos nueva tecnología; el envío de manuscritos a la revista científica de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) ya no será el habitual hasta el momento (correo-e), sino que se ha desarrollado e implementado un gestor digital de envíos para remitir a RIdEC los estudios científicos de investigadoras/es en Enfermería Familiar y Comunitaria y Salud Pública. Disponer del gestor digital de envíos forma parte del desarrollo del plan estratégico de RIdEC, y era uno de los objetivos prioritarios del equipo editorial y de la Junta Directiva de la AEC.
En ese sentido, el gestor de envíos ha sido desarrollado íntegra y personalmente por el editor, el equipo editorial y la coordinación de TIC, siendo propiedad de la AEC, y va a suponer una modernización significativa del sistema de envío, pero también del sistema de evaluación de los artículos, al incorporar nuevos check-list, y al hecho de que las revisiones/evaluaciones se realizarán directamente a través del propio gestor.
 
 
El link de acceso está disponible en la página web de la revista RIdEC (http://enfermeriacomunitaria.org/web/index.php/ridec), dentro de la web de la AEC (www.enfermeriacomunitaria.org), y requiere registrarse o estar ya registrado/a para acceder al gestor. Quienes ya estuvieran registrados/as anteriormente por ser socio/a, o hayan realizado envíos de comunicaciones en el pasado a algún congreso de la AEC, deberán utilizar los mismos datos de usuario/contraseña, pudiendo recuperarlos si los olvidaron.
Una vez se disponga de usuario/a y contraseña e iniciado sesión se permite el acceso al gestor para efectuar el envío a través de un sencillo e intuitivo proceso, que solicita la información básica para el envío de artículos: título del estudio, autorías y afiliaciones, autor/a de correspondencia, y los archivos: carta de presentación al editor, manuscrito anónimo y permisos de comités de ética e investigación si son necesarios para el estudio. El gestor confirmará al autor/a de correspondencia automáticamente la recepción del envío con un código, y se inicia el proceso técnico de revisión de artículos.
 
 
Por otro lado, se ha aprovechado la implementación del gestor de envíos para realizar una revisión y actualización de las Normas de publicación en RIdEC 2020 (guía para autores/as), más detalladas, rigurosas y normativas, también disponibles ya en la web de RIdEC (http://enfermeriacomunitaria.org/web/index.php/ridec/76-normas-de-publicacion/424-normas-de-pu-blicacion).
Estamos convencidos de que estos cambios contribuirán a seguir con el desarrollo, el crecimiento y la mejora de RIdEC como vehículo de difusión científica de la AEC, para contribuir a la construcción de conocimiento en Enfermería Comunitaria y Salud Pública.
Y además, esperamos seguir mejorando los tiempos de gestión de los artículos, que actualmente son ágiles, pero que pueden seguir optimizándose: el equipo editorial de RIdEC realiza una primera respuesta de confirmación en menos de 48 horas; y el proceso de evaluación una vez admitido a revisión el artículo suele durar habitualmente unos 15 a 30 días, con intervalo máximo de dos meses para la evaluación. Estos plazos creemos que se podrán acortar sensiblemente gracias al gestor de envíos. En ese sentido, y para seguir aumentando la trasparencia de la revista, desde el número de junio 2020 se publicará junto a cada artículo su fecha de recepción y su fecha de aceptación.
Como es conocido, RIdEC es una revista científica gratuita, de calidad, indexada en bases de datos tanto nacionales como internacionales, y se edita en formato open acces sin costes, tanto para publicar (autores/as) como para consumir (lectores/as) sus manuscritos.
 
Dr. Vicente Gea Caballero
Director/editor RIdEC
 
 
 
 

Concurso de Relatos de Enfermería Comunitaria, de la Cátedra de Enfermería Familiar y Comunitaria de la Universidad de Alicante, 2019

 

LAS GAFAS

Irene Clara Parrilla Suárez
 
El cuidado que no se ve, el que necesita de unas gafas especiales para ser visto, es el cuidado al que yo me dedico. ¿Qué tiene de especial para que se precisen unas gafas para verlo?
Es especial porque la persona no lo busca, no lo demanda, no lo ve como una necesidad, porque esa persona no ha sido vista por el sistema sanitario o su acceso al mismo es consecuencia de la imposibilidad de acceder y lo ha hecho por los medios de atención urgente, tras la ayuda de un vecino que lo ha dejado de ver unos días, o las repetidas veces que acude a la farmacia porque se le había olvidado algo, o por un familiar que no sabe qué hacer porque no lo puede cuidar.
El paciente no entra, con cita o sin ella, por sus propios medios al centro de salud.
Se trata de un cuidado silencioso, escondido en las casas de las personas, quienes abren sus puertas a una desconocida, yo, para intentar acercar los cuidados a sus hogares y retomar el cuidado abandonado o perdido por alguna causa.
Hogares lejanos, dispersos, sin transporte o cobertura, no salen en el “maps”, o si lo hacen su número está equivocado. Una aventura diaria.
Soy enfermera comunitaria de enlace. Soy una enfermera que ejerce de enlace entre las personas y el centro de salud donde trabajo. Intento facilitar la accesibilidad a los recursos sanitarios a las personas que por motivos de pérdida de au- tonomía, soledad, dispersión geográfica, enfermedad terminal, pérdida de recursos económicos… no pueden acceder por sus propios medios al centro de salud más cercano. Pero sobre todo, hago atención al cuidador. Persona necesaria para que el cuidado se mantenga en casa y no sature las urgencias. Base de nuestro pilar sanitario y, sin embargo, tan poco considerado.
Ese apoyo a las personas, mujeres en su mayoría, que se apartan de su ejercicio profesional, de su vida social, para entregarse por completo al cuidado de sus padres, pareja, hijos, tíos, etc.
La jornada comienza con el arranque de mi coche, no de empresa, herramienta necesaria como cualquiera de las que podría contener un maletín sanitario. Sin mi “Platero” no iría a ningún domicilio. Una vez localizado el destino y tras una breve presentación, y con el permiso concedido para acceder a sus vidas, realizo una valoración integral por patrones funcionales y un plan de cuidados de enfermería que pactaré con la familia y el paciente, así como con su médico y enfermero, si fuera necesario e incluso contar con otros profesionales. A veces pactar no es fácil y no todo vale. Tampoco tenemos un abanico infinito de soluciones; eso no es real. Pero lo que se puede informar y orientar sobre cuidados y los recursos disponibles, así como el apoyo al cuidador, hacen que los cuidados invisibles valgan la pena, aunque no puedan ser vistos sin esas gafas especiales.
Soy afortunada, yo tengo esas gafas. Soy enfermera comunitaria.
 
 

ESTOY AQUÍ PARA MUCHO MÁS

Cecilia Martínez Arias
 
Solía sentarme en la mesa de su despacho. Unas veces era él quien consultaba, otras traía como paciente a alguna de las figuras de porcelana que había en la casa y que, para la ocasión, hacían el papel de mascota.
Me gustaba escucharle, saber qué ocurría; si es que existía algún problema de salud o, por lo contrario, simplemente quería saber lo que podía hacer para evitar que algo así pudiera aparecer. También me preguntaba si había disponible alguna vacuna que pudiera protegerle contra la apatía que le producía estar retirado de lo que más le gustaba hacer. Me consultaba algunas dudas respecto a lo que podía comer, qué tipo de ejercicio le venía mejor realizar en su situación, o también cuáles eran los lugares o establecimientos que existían en el pueblo para disfrutarlos con más gente y así relacionarse.
Otras veces era yo la que me desplazaba al salón (que en nuestra ficción hacia la función de su casa), para aclararle todas sus dudas delante de más gente, generalmente mi abuela y mis tías; estaba convencida de que así recordaría las cosas mejor.
En aquel 1995 yo era una niña de solamente 8 años jugando en el despacho de su abuelo, un veterinario jubilado que por aquel entonces disfrutaba aventurando en mí (según su criterio) una vocación perteneciente a la rama sanitaria, pero sin conocer aún en ese momento de cuál se trataba.
Él hacía sus investigaciones: me solicitaba la receta de algún medicamento, a lo que siempre le contestaba que yo no era la encargada de eso.
Otras veces fingía que alguno de mis muñecos estaba enfermo, y se presentaba en el despacho representando el papel de padre de las criaturas.
Yo decía muy segura:
Este niño necesita ahora mismo que un pediatra le haga una prueba— Y él “tomaba nota” enseguida de que no era la pediatría la profesión que yo estaba “ejerciendo” en ese momento.
¡Hombre, Manolín, yo estoy aquí para mucho más que para poner inyecciones!
Algo parecido pasó con fisioterapia, cuando le expresé mi negativa a tratar sus lesiones musculares. Recuerdo cómo un día llegó solicitando la administración de una inyección. Refirió que había pasado la noche vomitando y pensó que ese sería “el cepo perfecto” para una enfermera en potencia..., se echó a reír tras mi contestación:
La inyección fue definitivamente el factor primordial de confusión para establecer el diagnóstico diferencial. No parecía ser la enfermería la profesión que mi abuelo estaba buscando en mí, si esa técnica tan definitoria me producía una especie de rechazo. O podía ser que considerara que reducía demasiado la idea de profesión que yo tenía proyectada en mi cabeza. Se lo había verbalizado en aquel momento: “Estoy aquí para mucho más...”.
Mi idea no llegó a tomar “forma legal”, y con ello reconocimiento, hasta 10 años más tarde de “aquellas consultas domésticas”, pero el nacimiento de esta profesión “encriptada” para mi abuelo se remonta incluso a un siglo antes de que él mismo naciera.
Es cierto que a lo largo de la historia ha sufrido muchos vaivenes. Hubo algunos momentos álgidos, en los que parecía que el despegue ya no tendría marcha atrás, pero luego todo se quedaba en un intento fallido debido a distintos motivos. Entre ellos, como no, los de índole política.
El origen podría situarse en el siglo XIX, con la elaboración a cargo de Edwin Chadwick de un “Informe sobre las condiciones sanitarias de la población de Gran Bretaña”. También en el primer intento fallido de la Sociedad Epidemiológica de Londres de actuar en el ámbito de la comunidad. Pero fue William Rathbone quien dio el primer paso en lo que, con los años, se convertiría en la enfermería comunitaria.
Este comerciante inglés conocía la importancia de los cuidados a domicilio debido a la enfermedad que padecía su mujer, y gracias a la manera de trabajar de Mary Robinson (todo un referente en enfermería comunitaria, y a la que él mismo había contratado) decidió apostar por esa forma de brindar cuidados.
Tras la muerte de su esposa, y motivado por su compromiso social, le hace a Robinson una prórroga de su contrato para poder ofrecer esa misma excelencia de cuidados a los enfermos más necesitados de la comunidad. Y no contento con su pequeña aportación para mejorar la asistencia sanitaria, Rathbone continúa buscando aliados para poder difundir esa manera de trabajar, esa nueva visión de la profesión.
Decide contactar con otro referente de nuestro gremio: la apodada “dama de la lámpara”. Florence Nightingale, que apoya desde el primer momento su idea. Ella misma había permanecido en una institución luterana donde se formaban las Diaconisas que atendían a los enfermos más desfavorecidos y marginados. Todo ello llevó a la conclusión de que si se pretendía seguir dando continuidad a ese tipo de asistencia se tendría que crear una escuela de enfermeras de distrito. Rathbone reaccionó a ello proporcionando la que hoy podría ser catalogada como la mayor “beca” habida hasta entonces. Financió la construcción de la primera escuela de Enfermería de Salud Pública en el ámbito mundial. Era 1862.
Se creó entonces la Asociación de Enfermeras de Distrito, con un servicio continuo de enfermeras a domicilio, asignando una de ellas a cada uno de los dieciocho distritos en los que se decidió dividir la ciudad de Liverpool. Aquí comienzan a cambiar las competencias de las profesionales de enfermería y la recién estrenada escuela de enfermeras aboga por formar en otros campos como la educación y la visita domiciliaria. Se diferencia por primera vez esta clase de formación de la que recibían aquellas que prestaban sus servicios en el ámbito hospitalario.
Mientras tanto en nuestro país la situación era bien distinta, y a finales del XIX los enfermeros de aquel entonces ejercían funciones de dentistas, callistas y asistentes de partos.
En 1857, la Ley de Instrucción Pública recoge los conocimientos que deberán tener los aspirantes a practicantes. Seis años después es Concepción Arenal, autora del Manual del visitador del pobre, la que podríamos calificar de precursora de la enfermera visitadora en España.
Todo parecía progresar: entre los años 20 y los 30 se crean la Escuela Nacional de Puericultura, la Escuela Nacional de Salud y la Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras. En esta última se tiene muy en cuenta el contenido del trabajo desarrollado por Concepción.
Además de todas estas nuevas instituciones se crea la Asociación Profesional de Visitadoras Sanitarias, que edita un boletín trimestral cuyo objeto es dar a conocer las noticias relevantes de la profesión y compartir conocimientos: sirve como una importante vía de comunicación entre profesionales.
También tiene lugar en los años 30 el Primer Congreso Nacional de Sanidad, en el que en lugar de enfermeras visitadoras como hasta ahora se denominaban se cree más oportuna la de “instructoras de sanidad polivalente”.
Parecían ser demasiadas buenas noticias, y tras la guerra civil española el despegue de la enfermería comunitaria se ve truncado. Con objeto de regular la situación de muchas mujeres que habían ejercido funciones de enfermera durante el periodo de guerra en el bando rebelde surge el Cuerpo de Enfermeras de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, (Junta de Ofensiva Nacional Sindicalista). Se exigía poseer el título de Enfermera de la Falange Española Tradicionalista. En ese momento, y por poco tiempo, habría dos especialidades según la ley: las enfermeras de guerra y las enfermeras visitadoras sociales.
Pero es en el año 1953 cuando se recibe el mayor mazazo a cargo del Real Decreto de 4 de diciembre que unifica toda la profesión en ATS (ayudante técnico sanitario). Simple, sencilla y llanamente lo que su nombre indica. Comienzan entonces movimientos de colectivos defensores de la Enfermería de Salud Pública que ven peligrar más que nunca su profesión.
Diecisiete años dura la sequía. Hasta que en 1970 se plantea la posibilidad de hacer una modificación en los planes formativos de los ATS, dudando entre dos opciones: darles la categoría de formación profesional o conferirles carácter universitario. Gracias a la movilización que en aquel entonces hicieron nuestros compañeros para evitar que se eligiera la primera de las posibilidades, siete años más tarde, en 1977, aparecen las Escuelas Universitarias de Enfermería y con ellas la figura del DUE (Diplomado Universitario de Enfermería).
Un año después llegaría nuestro “as en la manga” y haría que el “despegue” no fuera a quedar nunca más en un intento fallido. Tiene lugar una conferencia organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Es la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata, considerado el evento de política de salud internacional más importante de la década. Subraya la importancia de la Atención Primaria de salud como estrategia para alcanzar un mejor nivel de salud de los pueblos. Su lema es “Salud para todos en el año 2000”.
En el año 2005 se producen dos hechos importantes: por un lado, la modificación de los planes de estudios, regulándose los estudios universitarios oficiales de Grado (la formación pasa de tres a ser de cuatro años de duración y los DUE a ser enfermeros graduados en 2013). Por primera vez en la historia, el 22 de abril de este año 2005, aquella idea de profesión, que aún sin saber que existía, a mis 8 años, yo tenía plasmada en mi cabeza, toma forma legal de la mano del Real Decreto 450/2005 sobre especialidades de enfermería. En 2010 se aprueba el programa formativo de la Especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria. Tres años más tarde, después de cinco ejerciendo en el ámbito hospitalario pero sin olvidar aquel juego en el despacho de mi abuelo, comencé como enfermera interna residente (EIR) en la Unidad Docente de Mallorca.
Quizá por todos estos vaivenes hasta llegar a lo que hoy es mi profesión, mi abuelo no supo captar cuál era la rama sanitaria que afloraba en mi incipiente vocación. Probablemente el concepto más análogo que él tenía interiorizado había quedado anclado en aquel “mazazo del 53”, en el que la autonomía del profesional de enfermería se veía bastante mermada. ¡Cómo me gustaría que el tiempo me hubiera permitido decirle que iba muy bien encaminado! Haberle contado, hoy que la conozco, la historia de la enfermería comunitaria.
Las competencias que hoy manejamos las enfermeras comunitarias se asemejan a aquello a lo que me gustaba jugar en aquel despacho: asesoramiento sobre vacunas contra la apatía, qué poder comer o qué ejercicio realizar.
En aquellos momentos yo estaba haciendo lo que hoy llamamos prevención primaria. Cuando aquellos pequeños pacientes enfermos, representados por muñecos, eran derivados rápidamente a su pediatra para hacer las pruebas pertinentes e intentar hacer con ello una detección precoz de la enfermedad, yo estaba haciendo lo que hoy se denomina prevención secundaria. Cuando acudía al salón de la casa, además de hacer “atención domiciliaria”, proporcionaba lo que hoy llamamos educación grupal. Asimismo cuando él me preguntaba por recursos en el pueblo le estaba haciendo un pequeño “mapeo de activos en salud”.
En ese contexto de juego y haciendo ahora un paralelismo con la actividad que hoy realizamos las enfermeras comunitarias, además de aplicar de forma integral un conjunto de cuidados al individuo, la familia y la comunidad en el proceso salud/en- fermedad debemos contribuir a que sean adquiridas habilidades, hábitos y conductas que fomenten el autocuidado, en el marco de una atención primaria integral y comunitaria. Esta incluye la prevención de la enfermedad, la promoción, la protección, la recuperación y la rehabilitación de la salud.
¡¡Cómo habría disfrutado él viéndome “ejercer de verdad”!!
Yo también lo hubiera hecho. Le contaría lo gratificante que resulta llegar a una casa en la que te reciben con los brazos abiertos, aun en momentos complicados; que depositan plena confianza en tu trabajo, aunque en ese momento consista en proporcionar cuidados en los últimos momentos de vida de un familiar; que te transmiten cómo se sienten más tranquilos con tu presencia porque, según dicen en muchas ocasiones, en ese momento creen que “todo está controlado”. Aunque nada haya más lejos de la realidad.
Sí, quizá muchas cosas puedan escapar a nuestro control, pero para nosotros el único objetivo es que el confort y la comodidad no sean una de esas cosas.
Creo que al querido detective de mi vocación temprana también le hubiera gustado verme impartir distintos talleres de educación para la salud. Eso sí, quizá de un modo “más formal” que los impartidos en el salón de su casa. O cómo tengo que acudir, en ocasiones, a los colegios e institutos como “guía en la salud”, enseñando a las generaciones nuevas algo tan importante como es, por ejemplo, saber reaccionar ante una situación de emergencia. O trabajando con grupos de personas con enfermedades crónicas; proporcionándoles herramientas para que sientan que son ellos mismos los que pueden tener el control de su enfermedad, cada día, de forma continuada, más allá de los cinco o diez minutos que permanecen en la consulta de un profesional de la salud. Otras veces orientando a los que, por situaciones familiares, se dedican a prestar cuidados no profesionales a personas en situación de dependencia; proporcionando en este caso apoyo emocional, educacional y de recursos sociales. Intentando simplificar una tarea que en la mayoría de los casos produce sobrecargas físicas y psíquicas en el cuidador que se traducen en una disminución de la calidad de los cuidados.
Creo que también le hubiera gustado verme ejerciendo la esfera de la docencia: la colaboración en la formación de nuevos profesionales en el ámbito de pregrado y de postgrado. Él decía que yo llevaba dentro el “gen docente”, que lo había heredado de mi abuela que era maestra. Así como mi abuelo hacía sus “investigaciones” para descifrar la rama de profesión sanitaria que creía ver en mí, también hoy nosotros hacemos investigación en nuestras competencias actuales, pues la evidencia científica aumenta potencialmente la seguridad y la calidad de los cuidados.
Desgraciadamente, ya no es posible contarle todo esto. Así que lo escribo aquí, en forma de relato, para todas aquellas personas que viviendo en nuestro tiempo se puedan haber sentido pérdidas en ese largo camino de múltiples trabajos y denominaciones: enfermeras de distrito, practicantes, enfermeras visitadoras, instructoras de sanidad polivalente, ATS, DUE, sin conocer objetivamente lo que hoy día es... La Enfermería Familiar y Comunitaria.
 
 

UN DÍA COMO HOY…

Jessica Mariam Woodman
 
Lunes, nueve y cuarto de la mañana de un soleado mes de octubre. Elena se apresura por el pasillo del centro de salud en dirección a su consulta. Cuatro personas esperan puntuales su llegada sentadas en la sala de espera. Una mujer con pelo cano mira con sosiego al hombre sentado a su lado mientras este “whatsappea” por el móvil. Enfrente, un hombre con bastón lee el periódico; a su lado, una mujer joven repasa un bloc de notas. Elena los saluda mientras se disculpa por el retraso y busca las llaves de la puerta. Un joven con gafas y una tarjeta identificativa se acerca titubeante y se presenta como Carlos. Es residente de Enfermería Familiar y Comunitaria. Elena le da la bienvenida y le invita a pasar.
Suelta el bolso encima de la mesa mientras enciende el ordenador: “Perdona el retraso, los miércoles tengo que dejar a los niños en el cole y me pilla siempre la hora punta”. “No te preocupes”, le resta importancia Carlos, “Yo también me he retrasado encontrando la consulta”.
Elena se organiza, abre la agenda del día y repasa en voz baja diferentes nombres: “Josefa, Juan, Carmen, Paco, María… luego tenemos el grupo de envejecimiento saludable de doce a una, una hora de avisos y terminamos la mañana con formación a las dos…”. Elena desvía la mirada de la pantalla del ordenador abruptamente para preguntarle a Carlos: “¿Conoces las notificaciones del Facebook de “Hoy tienes un recuerdo para rememorar, un día como hoy hace un año bla, bla, bla…?”. “Claro”, asiente distraído Carlos. “Estupendo, empecemos con Josefa”.
Josefa, que viene temprano, está acompañada por su hermano. Desde que va al centro de día ya no deja el puchero encendido en la cocina. Tal día como hoy, Josefa era cocinera y no había receta que no se supiera.
La mujer cana de la sala de espera y el hombre sentado a su lado se levantan al escuchar la voz de Elena. “¡Buenos días, Josefa! Este es mi nuevo compañero, Carlos. Estará con nosotros unos meses”. “¡Cada vez te los traen más jóvenes, Elena!
¡Y más guapos! ¿Tienes novia? Mi nieta Gloria está soltera. ¿O eres más de novios? Eso en mi época no se llevaba, pero ahora corren otros tiempos y ¡yo soy una moderna!”. Carlos se sonroja y sonríe con timidez. Mientras toman asiento, Elena interviene riendo con diversión: “Josefa, ¡que me lo va a asustar!”.
“Bueno, Francisco, ¿cómo ve a su hermana Josefa?”. “Mejor, mejor”, comienza él, “Hace ya un mes desde que empezó a ir al centro de día de AFA. Vienen todas las mañanas en minibús a recogerla y llega a media tarde”. “¿Usted cómo lo ve, Josefa?
¿Le está gustando?”. “Mucho, Elena, al principio no tanto, porque veía a la gente peor que yo, y quieras que no, echa para atrás… Pero el personal de allí es muy atento y estoy entretenida, además, así mi Francisco no se preocupa de que me deje las lentejas en el fuego…”. “Cuánto me alegro, Josefa, ¿le parece que Carlos le haga el Sintrom mientras yo tomo nota en el ordenador?”. “Solo si acepta una cita con mi Gloria”, ríe ofreciendo un dedo.
Tras salir los hermanos de la consulta pregunta Carlos: “¿Qué es AFA?”. “Es la Asociación de Familiares de personas con Alzhéimer y otras demencias. Josefa ha ido empeorando progresivamente durante los últimos años y Francisco, su hermano, dio la voz de alarma tras encontrar repetidamente la comida quemada a medio día. Él pasa la mañana fuera y ella cada vez presenta mayor deterioro para llevar a cabo las actividades de la vida diaria. Ella se niega a dejar de cocinar, ha sido cocinera toda la vida, pero al menos ahora lo hace por las noches acompañada por Francisco”.
Juan desde que está viudo, pierde las cosas más a menudo. Viene con su hija María del Mar, porque se desorienta cuando sale a comprar. Tal día como hoy Juan era contable y no había factura que él más fiable.
El siguiente en pasar es el hombre con bastón y la mujer con el bloc de notas que saluda nerviosa: “Ay, Elena, otra vez estamos igual. Menudo susto esta semana". Elena con voz calmada pregunta: “¿Qué ha pasado, María del Mar?”. “¿Se lo cuentas tú o se lo cuento yo, papá?”. El hombre deja caer los hombros permaneciendo en silencio. “El sábado, Elena, se fue otra vez a comprar solo, y nos llama la frutera para decirnos que mi padre no hace más que subir y bajar de casa a comprar las cosas de una en una”. “¿Y eso, Juan? Se ha tomado muy en serio lo de hacer ejercicio subiendo y bajando tantas escaleras” dice Elena guiñándole un ojo a Juan para reducir la tensión. Una sonrisa asoma las comisuras de este, pero luego adopta una voz triste explicándole a su hija. “¿Y qué quieres que le haga, Mari, si desde que no está tu madre no me manejo igual?”.
Organizaba ella la lista de la compra y luego salíamos juntos a comprar y claro, “ahora, ¡a ver quién se acuerda de donde está la lista y de lo que hay que comprar!”. Elena sonríe con dulzura, mira a Juan, seguidamente a su hija y de nuevo a Juan alargando su mano para sostener la de este. “Juan, María del Mar, deben comprender que el fallecimiento de Doña Aurora sigue muy reciente y presente. Es habitual en estas situaciones de duelo que cueste adaptarse. Piensen que llevaban muchos años con unas rutinas y unos hábitos que ahora han cambiado, y es por ello que Juan tiene dificultad para hacer las tareas que antes hacían juntos”.
Carlos cierra la puerta tras despedirse de padre e hija y reflexiona: “Es curioso cómo los roles generacionales determinan situaciones como esta, ¿verdad?”. “Sí y no”, responde Elena desde la experiencia. “Independientemente de las labores del hogar, la pérdida de un ser querido, la tristeza que nos ocasiona condiciona nuestra atención y, consecuentemente, nuestra memoria y nuestra ejecución de actividades. Doña Aurora gestionaba muy bien la casa, pero Juan a su lado era muy funcional e independiente, y cuando Doña Aurora estuvo enferma en casa, el llevo to´ pa´lante sin ayuda. Es más, Juan estuvo años llevando las facturas de unos grandes almacenes, llevando listas y listas de pedidos y ventas. La inactividad tras jubilarse comenzó a mermarle algo la memoria, pero Doña Aurora le mantenía activo con mandaos”.
Paco, que viene con su mujer, no recuerda qué hizo ayer. Llega a última hora porque olvidó tender la lavadora. Tal día como hoy Paco era agricultor y no había terreno que creciese con mayor vigor.
Tras media hora con la puerta de la consulta abierta esperando a Carmen, que finalmente no acude, aparece apresurándose un hombre barbudo y una mujer pecosa. “¡Pasen, pasen!”, les anima Elena, “ya me extrañaba a mí que no viniesen”. “Discúlpenos, Elena”, comienza él, “resulta que puse esta mañana una lavadora y cuando estábamos a punto de salir por la puerta me digo a mí mismo: “Paco, ¡la lavadora! Total, que como a mi señora Inés no le gusta la ropa con olor a humedad, a tender la ropa que me he puesto”. “No se preocupe, Paco, ¿cómo se encuentra? ¿Se está haciendo los controles del azúcar?”. La mujer saca una cartilla con números apuntados y se la entrega a Elena. “Regular, Elena, tengo que estar muy pendiente de él”. Elena le entrega la cartilla a Carlos para que este la revise. “Paco, ¿cómo se encuentra?”. “Ahí vamos señorita Elena, según el día. Algunos días me doy el capricho de chocolate con churros, ya sabe, pero por lo general paseo y todas esas cosas que me recomienda usted siempre. Cuido del jardín, que bueno, ya no es como antes cuando cuidaba el campo, pero oye, mi señora siempre me dice que lo tengo bien hermoso. Pero, ay, mis churros de vez en cuando, que ya pa´lo que me queda”. “¡Anda, anda!”, se burla Inés con cariño, “menudo es este”. Carlos pide permiso: “¿puedo hacerle el azúcar, Paco?”. “Pues claro joven, no serás ni el primero ni el último”, ríe divertido. “¿Les han llamado para el estudio de investigación Inés?”, pregunta Elena. “Pues sí, la semana pasada justo estuvimos. Nos citaron en la Unidad de Investigación del hospital y nos atendió una enfermera muy simpática. Le hizo a Paco unas preguntas de memoria, qué hora era, dónde estábamos, algo de una peseta y una manzana, y luego le preguntaron de la tristeza”. “¿Y al final van a participar?”. “Pues sí”, contesta Paco sosteniendo el algodoncillo entre los dedos, “nos hicieron firmar unos papeles y luego nos hicieron unos cuestionarios. Y ayer precisamente nos instalaron en la casa un aparatito a la tele muy gracioso, oye. Para hacer juegos de memoria, llamar a los nietos, poner fotos, ¡muy completito! Eso sí, por el nombre no me preguntes que es muy moderno y no me acuerdo”.
Carlos teclea en el ordenador registrando la glucemia y pregunta: “¿qué es eso del estudio, Elena?”. “Pues verás”, comienza ella, “nos pidieron desde el instituto de investigación regional colaborar en el reclutamiento de un estudio europeo público. Buscan un perfil de participante y si coincide con personas de nuestro cupo les informamos y les pedimos permiso para que les llamen para entrevistarles. “Mira —continúa señalando la estantería— allí tienes los trípticos”.
Carlos los ojea con interés y Elena añade: “considero importante que las enfermeras investiguemos, y si bien no todas podemos ser investigadoras principales y dedicar toda nuestra jornada a ello, sí podemos colaborar en la medida que podamos. Siempre apuesto por las investigaciones que puedan beneficiar a las personas que cuidamos”.
María, que vive sola, viene con su vecina Lola. Se valora derivar a neurología, porque las llaves de casa olvida. Tal día como hoy María era modista y no había imperdible que escapase a su vista.
Unos nudillos golpean la puerta “María, Lola, pasen”, invita Elena a pasar al reconocer los rostros familiares que asoman por la puerta. Ambas llevan un cuaderno en la mano y Elena exclama: “¡No me digan que ya han empezado los talleres de memoria del ayuntamiento!”. “¡Digo! —exclama Lola— la semana pasada, allí que fuimos mi Loli y yo. Este año han cambiado el enfermero que los lleva, pero es mu´ apañao”. “Aunque como mi Antonio ninguno, tú lo sabes, Elena”, puntualiza María guiándole el ojo. “Y lo mucho que me alegro yo de que puedan ir juntas”, añade Elena. “A eso y a la Zumba y la pintura, todo el día pa´rriba y pa´bajo, ¡es un no parar! Oye, ¿y este mozo nuevo?”, pregunta sin disimulo Lola mientras le da codazos a María. “Nuestro nuevo fichaje, ¿cómo lo ven, señoras?”. “No me importa tanto como le veo, que le veo bien apuesto, si no ¡cómo me ponga la vacuna!”, ríe una de ellas. “Bueno, ¿alguna voluntaria para ser la primera?”, pregunta Carlos entre nervioso y divertido por la pareja dicharachera. “La más mayor primero”, se burla Lola sacándole la lengua a María “¡Por unos meses! A ver que te crees”. Mientras Carlos le pone la vacuna de la gripe a María, Lola baja la voz y le explica a Elena: “La cosa va a mejor Elena, le doy un timbrazo, sale y cierra la puerta conmigo, así veo donde guarda las llaves y a la vuelta no tenemos duda”.
Carlos se retira los guantes y lava las manos mientras Elena apunta las referencias de las vacunas en el ordenador y pregunta: “¿Qué es eso de los talleres de memoria, Elena?”. “Pues es una actividad semanal que organiza el ayuntamiento en cada distrito para personas mayores. Lo suelen llevar enfermeros o psicólogos y se realizan ejercicios de estimulación cognitiva. Son estupendos, hace años que conozco a personas que están acudiendo y se nota bastante, además de lo beneficioso que es arreglarse, salir de la casa, socializar, todo lo que conlleva la actividad”.
Suena el teléfono de la consulta y Elena responde. Tras un rato en silencio responde “Mmm, ya veo. Gracias, Marta. Nos acercaremos sobre la una”. “Era la administrativa. La sobrina de Carmen ha llamado avisando de que perdió el papel donde apuntó la cita de hoy y para cuando lo ha encontrado se les había pasado la hora, vendrán mañana. Y Julia, la mujer de Pepe, paciente nuestro, también ha llamado solicitando que vayamos a su domicilio a hacerle una cura. Fue dado de alta el viernes tras estar hospitalizado por una caída en la calle. Se desorientó y se puso nervioso tropezando con unas escaleras y teniendo una caída aparatosa”. El reloj de pared apunta las doce menos diez y Elena se apresura a la puerta: “Corre, Carlos, tenemos que preparar la sala para el grupo de envejecimiento saludable”.
Elena saluda a los ocho mayores que se sitúan formando un círculo en el centro de la sala. “Buenos días a todos, y bienvenidos a la tercera sesión del grupo de envejecimiento saludable. ¿Alguno recuerda lo que vimos la semana pasada?”.
Una señora con vestido de lunares comienza: “Estuvimos hablando de las personas que nos rodean y nos cuidan, nuestra familia y nuestras amistades”. “Efectivamente, Pepi, para afrontar la vejez es importante sentirnos arropados por nuestro entorno más cercano. Hoy, vamos a explorar los diferentes recursos del barrio que conocemos para hacer actividades. Para fomentar un envejecimiento activo, reducir la soledad y potenciar la actividad física, es importante contar con las asociaciones locales, los centros de mayores del ayuntamiento, los hogares del jubilado… Para la actividad de hoy he traído un mapa del barrio, o más bien dicho, un súper mapa, porque lo han impreso bien grande para que podamos verlo bien y vamos a ir colocando estos post-it de colores con los nombres de los recursos y las actividades que conozcamos”.
Tras terminar el grupo, Elena y Carlos ordenan la sala y recogen el pequeño mapa multicolor resultado de la actividad. “Elena, lo que hemos hecho hoy está inspirado en la atención comunitaria basada en activos de salud, ¿verdad?”, pregunta Carlos. “Bien visto, Carlos, es muy importante potenciar la capacidad de las personas de mantener o mejorar su salud, y si bien muchas llevan toda la vida en el barrio, no todas conocen todo lo que el barrio les puede ofrecer. Además, hay muchos mayores que se mudan con sus hijos y pierden todo el apoyo social del lugar donde antes vivían”.
Pepe que es padre, abuelo y marido, es por todos querido. Solicita cura de una herida porque ha sufrido una caída. Tal día como hoy Pepe era constructor y no había andamio al que no se subiese por temor.
“Pepe, Julia, ¡huele a guiso desde el ascensor!”, saluda Elena entusiasmada entrando por la puerta del domicilio. “Gracias, Elena, ya sabes que estás invitada siempre que quieras. Bueno, tú y tu acompañante, claro”, añade Julia con educación de camino al dormitorio principal. “Pepe, este es Carlos, es un profesional de primera y le va a hacer la cura”. “Claro, Elena, con usted y sus acompañantes siempre me siento en buenas manos”. “¿Qué tal fue el ingreso, Pepe? ¿Le fueron a visitar los nie- tecillos?”. “Los adolescentes sí, mi Jose y mi Lucía, y me trajeron una tableta de esas para ver antiguas películas. Eso sí, ahora me ha entrado un miedo de salir a la calle”. “Claro, Pepe”, interviene Carlos en mitad de la cura, “es habitual tras el susto que ahora le cueste más, pero no tenga prisa, poco a poco”.
De vuelta en el centro de salud Elena felicita a Carlos por las técnicas que ha realizado durante la mañana, pero, sobre todo, por la cercanía mostrada durante toda la mañana con las personas a las que han atendido. “¿Sabes mi intervención NIC favorita, Carlos?”, pregunta Elena de camino a la sala de formación, “presencia, saber estar con y para la persona”.
Hoy, la sesión de formación es de la campaña de vacunación de la gripe que acaba de empezar, población diana, organización de lotes y consultas, etc.
Cuando termina, Elena se entretiene comentando un caso con la trabajadora social y Carlos espera para acompañarle a la entrada. “Gracias, Elena”, se despide. “Gracias a ti, Carlos, ¡hasta mañana!”.
Josefa, Juan, Carmen, Paco, María y Pepe son solo algunos de los pocos a los que enfermeras como Elena o Carlos cuidan en su día a día. Y si bien, las arrugas son visibles para todo el que las mira, la soledad, la fragilidad, las pérdidas de memoria y otras consecuencias de la vejez, pasan en ocasiones desapercibidas para todo aquel que no las viva.
 
 

Recomendaciones para recuperar y garantizar una Sanidad Pública, Universal y de Calidad

Ante la crisis desatada por el COVID-19, las Organizaciones y Sociedades Científicas firmantes instamos a los distintos partidos políticos a que estén a la altura del reto que se les presenta y en este proceso de reconstrucción sean capaces de promover amplios consensos que fortalezcan y blinden nuestro Sistema Nacional de Salud. Para ello, y desde la experiencia que nos otorga nuestra dilatada trayectoria en diversos ámbitos de la salud, les trasladamos las Recomendaciones que recoge el documento adjunto.

Originales - 1 - Consumo de alcohol y tabaco relacionado con inteligencia emocional, apego y uso de internet

 

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
Armendáriz-García NA, Zacarías Martínez M, López Cisneros MA. Consumo de alcohol y tabaco relacionado con inteligencia emocional, apego y uso de internet. RIdEC 2020; 13(1):18-25.
 
Fecha de recepción: 6 de noviembre de 2019. 
Aceptada su publicación: 14 de enero de 2020.
 

Autores

 
1 Nora Angélica Armendáriz-García
2 Montserrat Zacarías Martínez
3 Manuel Antonio López Cisneros
 
  1. Doctora en Ciencias de Enfermería. Facultad de Enfermería. Universidad Autónoma de Nuevo León. México.
  2. Maestra en Ciencias de Enfermería. Facultad de Enfermería. Universidad Autónoma de Nuevo León. México.
  3. Doctor en Ciencias de Enfermería. Des Ciencias de la Salud. Universidad del Carmen. Carmen, Campeche, México.
 
CONTACTO:
 
Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
 
 

Resumen

 
Objetivo: conocer la relación entre la inteligencia emocional (IE), apego y uso del internet sobre el consumo de alcohol y tabaco en adolescentes.
Método: el diseño del estudio es descriptivo correlacional. La población fueron adolescentes de preparatoria de ambos sexos. El tipo de muestreo fue probabilístico por conglomerado unietápico con asignación proporcional al tamaño del estrato. La muestra estimada es de 582 participantes.
Resultados: la prevalencia de consumo de alcohol en el último año mostró altas proporciones (48,5%) en comparación con el tabaco (20,3%). Además, se identificó que los adolescentes presentaron una IE bien desarrollada (23%), respecto al apego se identificaron medias más altas con la madre (X= 52,93), el empleo de internet presentó alta proporción de uso problemático con el 83,5%. Se identificó relación negativa y significativa respecto a la IE (rs=-,496, p= ,024) y el consumo de alcohol; así mismo, se identificó relación negativa con el apego de la madre (rs= -,317, p= ,013). Respecto al uso de internet se presentó correlación positiva y significativa con el consumo de alcohol (rs= ,292, p= ,029) y tabaco (rs= ,224, p=,039).
Conclusiones: la IE tiene una relación estrecha con el consumo de alcohol; por otro lado, se identificó que la relación de apego entre la madre y los adolescentes es importante para la prevención del consumo de alcohol. Un dato relevante fue el uso de internet donde se muestran proporciones altas de uso problemático de este, el cual se encuentra estrechamente relacionado con el consumo de alcohol y tabaco en los adolescentes.
 
PALABRAS CLAVE:
uso de tabaco; bebidas alcohólicas; inteligencia emocional; internet; relaciones padre-hijo; adolescente.
 

Title:

Alcohol use and smoking related to emotional intelligence, attachment and Internet use

 

ABSTRACT:

 
Purpose: to understand the impact of emotional intelligence (EI), attachment, and Internet use on alcohol use and smoking in adolescents.
Methods: the study was designed as a correlational descriptive study. Study population consisted in high school teenagers of both sexes. A probabilistic sampling method was used through single-step clustering, with assignment being proportional to stratum size. Estimated sample size was 582 participants.
Results: prevalence rate of alcohol use in the last year was high (48.5%) compared with smoking prevalence (20.3%). Moreover, teenagers were found to show a well-developed EI (23%). For attachment, higher mean values were observed to mothers (X= 52.93), and Internet use showed a high rate of problematic use (83.5%). A significant negative relationship was identified for EI (rs=-.496, p= .024) and for alcohol use; furthermore, a negative relationship was also found for mother attachment (rs= -.317, p= .013). Regarding Internet use, a significant positive correlation was found with alcohol use (rs= .292, p= .029) and smoking (rs= .224, p=.039).
Conclusions: eI shows a close relationship with alcohol use; moreover, attachment between mothers and teenagers is important to prevent alcohol intake. A significant finding on the Internet use was the high rate of problematic use, which is closely related to alcohol use and smoking in adolescents.
 
KEYWORDS:
smoking; alcoholic beverages; emotional intelligence; internet; parent-child relationships; adolescent.
 

 

Introducción

 
El alcohol y tabaco son las sustancias psicoactivas más consumidas en el mundo debido a que son consideradas “socialmente aceptables” por la población, generando mayor permisibilidad para su uso aun en menores de edad (1). Se reconoce que en la etapa de la adolescencia el cerebro experimenta múltiples cambios que lo vuelven más sensible a diversos estímulos, incluyendo los generados por químicos como el consumo de alcohol y tabaco, estos estímulos tienen la potencialidad de producir modificaciones en la bioquímica cerebral. En el adolescente la corteza cerebral, la cual se encuentra implicada en la toma de decisiones, es la última en desarrollarse, esto puede explicar por qué tienden a tomar riesgos, volviéndolos potencialmente más vulnerables al abuso de drogas (2). Aunado a lo anterior, los adolescentes se encuentran en una etapa de búsqueda de identidad en la que experimentan diversos cambios tanto físicos como emocionales, lo cual favorece el consumo de estas sustancias impactando negativamente en el bienestar tanto físico, psicológico y social de los mismos (3).
Se estima que el 27% de las personas bebedoras actuales son jóvenes de 15 a 19 años de edad, en esta población las tasas de consumo de alcohol son más altas, registrándose el 44% para el continente europeo, el 38% en las Américas y 38% en el Pacífico Occidental (4). En México la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) registró un aumento significativo en la prevalencia del consumo de alcohol; el consumo excesivo en el último mes del 8,3% en 2016 en la población adolescente. Además, se presentó un incremento significativo en el género femenino, donde el consumo paso de 2,2% en 2011 a 7,7% en 2016 (5). Respecto al consumo de tabaco se conoce que en el ámbito mundial causa cerca de ocho millones de muertes, además contiene más de 250 productos químicos nocivos para la salud y que producen cáncer. Sin embargo, la gran mayoría de los consumidores en todo el mundo inicia su consumo en la adolescencia y actualmente más de 150 millones de adolescentes son consumidores de tabaco (6). Así mismo, la ENCODAT, en 2016, reportó que la edad promedio de inicio de consumo de tabaco es de 14,3 años en donde las cifras son muy similares tanto para el género masculino como para el femenino (7).
La literatura evidencia que hay diversos factores de riesgo en los adolescentes que pueden relacionarse con el consumo del alcohol y tabaco. Dentro de estos factores de riesgo, especialmente los relacionados con los aspectos emocionales, familiares y de tiempo libre son relevantes en la población adolescente. En la actualidad ha surgido un concepto llamado inteligencia emocional (IE), definido como un conjunto de habilidades emocionales, tanto personales como interpersonales, que influyen en la habilidad general para afrontar las demandas y presiones del medio ambiente (8), el cual ha mostrado relevancia ya que se ha asociado con algunas conductas de riesgo, como el consumo de sustancias psicoactivas en la población adolescente; sin embargo, los estudios no son concluyentes (9,10,11).
Otro concepto relevante y poco abordado enfocado a la familia es el apego familiar, un vínculo emocional que el adolescente establece con su cuidador y que parece tener un papel fundamental para ayudar al joven a afrontar los desafíos que enfrenta en esta etapa de su vida. Algunos estudios han mostrado que los adolescentes que presentan buena relación con sus padres son menos propensos a desarrollar conductas de riesgo, siendo así que el apego familiar se convierte en un factor de protección contra el consumo de drogas (12,13).
Por otro lado, el uso del tiempo libre en los adolescentes es un aspecto importante a abordar, debido a que estos constantemente realizan diversas actividades para su entretenimiento y estas pueden relacionarse con conductas de riesgo como el consumo de drogas. En las últimas décadas, el implemento de internet se ha convertido en una herramienta indispensable en la sociedad actual, especialmente en los adolescentes. El uso de internet permite realizar varias funciones de la vida diaria de manera fácil, rápida y sencilla, así como la interacción social y acceder a fuentes de información (14). Sin embargo, algunos autores sugieren que el uso abusivo o problemático de internet también se ha relacionado con otras conductas de riesgo como el consumo abusivo de alcohol y otras sustancias (15-16).
Hasta el momento en el ámbito internacional existe escasa literatura que incluya los conceptos de IE, apego y uso de internet en los adolescentes. Por ello, el abordar estos conceptos, poco estudiados respecto a la relación que pudieran presentar con el consumo de alcohol y tabaco, representa una oportunidad para incrementar el conocimiento sobre este fenómeno de estudio para desarrollar proyectos de investigación más amplios que apoyen la creación de intervenciones preventivas dirigidas a los adolescentes que representan una población vulnerable. Por tal motivo, el propósito del presente estudio es conocer la relación entre la IE, el apego y el uso del internet sobre el consumo de alcohol y tabaco en adolescentes.
 
Material y método
 
El presente estudio es descriptivo correlacional. La población estuvo constituida por 1.367 adolescentes (hombres y mujeres), estudiantes de bachillerato, pertenecientes a una preparatoria pública de Cuidad del Carmen, Campeche (México). El muestreo fue probabilístico por conglomerado unietápico con asignación proporcional al tamaño del estrato. La muestra fue estimada para una prueba de hipótesis alternativa bilateral para una correlación de ,07 de acuerdo a los siguientes parámetros: nivel de confianza de ,05, obteniéndose una muestra total de 207 participantes.
Para la recolección de datos se utilizó una Cédula de Datos Personales y Prevalencia de Consumo de Alcohol y Tabaco. Para medir la IE se empleó el Inventario de Inteligencia Emocional BarOn ICE: NA (18), el cual consta de 60 ítems agrupados en seis subescalas (intrapersonal, interpersonal, adaptabilidad, manejo del estrés, estado de ánimo en general, impresión positiva) y las respuestas son tipo Likert de 1 a 4. Aunado a lo anterior para medir el apego se utilizó el Inventario de Apego a Padres y Pares para Adolescentes (19), este instrumento consta de 75 ítems, 25 para cada figura de apego (madre, padre, pares) se responden en una escala tipo Likert de 5 puntos. Para medir el uso de internet se empleó la Escala de Uso Problemático de Internet en Adolescentes (EUPI-a) (20), la cual consta de 11 ítems con respuestas tipo Likert que van desde 0 a 4. Por último, para medir el consumo de alcohol se llevó a cabo el Cuestionario de Identificación de los Trastornos debidos al Consumo de Alcohol (21), el cual está conformado por 10 reactivos, con un patrón de respuesta tipo Likert donde la puntuación va de 1 a 4 puntos.
Se contó con la aprobación del Comité de Ética en Investigación y el Comité de Investigación de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y con la autorización de los directivos de la institución donde se llevó a cabo el estudio.
Posteriormente se acudió a la institución en fecha y hora establecida para realizar la invitación a los estudiantes a formar parte del estudio. Una vez que estos aceptaron se les entregaron los consentimientos para padres y asentimientos para los adolescentes, para que en una fecha posterior se entregaran ya firmados e iniciar con la aplicación de los instrumentos a quienes aceptaron participar. Los adolescentes del estudio completaron los instrumentos en un tiempo promedio de 20 minutos, el presente estudio se hizo en el mes de junio de 2019, apegándose a lo establecido en el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud (17). El análisis de los datos se realizó a través de frecuencias, proporciones, desviación estándar muestral (s), media (M) y mediana (Mdn); una vez que los datos no mostraron distribución normal bajo el estadístico de Kolmogorov Smirnov se procedió al empleo de estadística no paramétrica (U de Mann-Whitney y coeficiente de correlación de Spearman).
 
Resultados
 
Las características sociodemográficas de los participantes muestran que 50,5% es del género femenino, así mismo la edad promedio de los participantes fue de 16,1 años (s= ,85), reportando la edad de inicio de consumo de alcohol a los 13,8 años (s= 2,5), mientras que para el consumo de tabaco fue a los 14,9 años (s= 1,6). Así mismo se identificó que en promedio quienes consumen alcohol en el último año representan el 48,5% la muestra, de estos el 23,8% consumió en el último mes y el 8,3% siguió con esta conducta en la última semana. El número de bebidas que consumen en promedio en un día típico de consumo es de 3,8 (s= 1,89). La bebida de mayor predilección para su consumo fue la cerveza con el 55,5%, seguido por el vodka (42%) y tequila (36%). Respecto al consumo de tabaco se presentaron prevalencias más bajas a diferencia del consumo de alcohol, se reportó el consumo en el último año del 20,4%, y el consumo en el último mes fue de 8,3% y 2,4% en la última semana. La cantidad de cigarros que consumen en un día típico presentó una media de 2,5 (s= 1,22).
Respecto a la IE se identificó que un alto porcentaje de los participantes presentaron un nivel de IE adecuada (M= 86,6), seguida por el 11,5% que presentó un nivel bajo y el 1,9% presentó un nivel inadecuado. Así mismo, la IE comprende cinco áreas y se identificó que el área intrapersonal (M= 126,1, s= 26,5) e interpersonal (M= 120,3, s= 21,5) presentaron medias más altas, en comparación con el estado de ánimo (M= 84,2, s= 12,5) e impresión positiva (M= 82,4, s= 10,5).
Por otro lado, respecto a la variable apego presentó una media de 157,44 (s= 31,8), lo cual indica que el adolescente percibe apego tanto con la familia como con compañeros; sin embargo, se identificaron medias de apego más altas con los amigos (M= 54,96, s= 13,50) y con la madre (M= 52,93, s= 15,00) en comparación con el apego del padre (M= 49,54, s= 11,31). Por último, respecto al uso de internet el 83,5% de los participantes presenta uso problemático de la red y solo el 16,5% presentó uso moderado.
Aunado a lo anterior se identificó una diferencia significativa entre los adolescentes que consumen alcohol, quienes presentan menor IE enfocada al manejo de estrés (Mnd= 25,1), en comparación con los que no consumen alcohol (Mnd= 32,4); esta misma tendencia se presentó para la IE enfocada al estado de ánimo (p< ,05) entre quienes consumen (Mnd= 24,0) y no consumen alcohol (Mnd= 33,0). Así mismo, para el consumo de tabaco e IE se identificó una diferencia significativa (p< ,05) en las subescala de inteligencia emocional impresión positiva (Mnd= 14,0 vs. Mnd= 17,0) y manejo de estrés (Mnd= 25,00 vs. Mnd= 29,00) mostrándose medianas más altas en quienes no consumen tabaco (Tabla 1).
En la Tabla 2 se mostraron diferencias significativas observándose que los adolescentes que no consumen alcohol presentan medianas más altas de apego con la madre (Mdn= 53,00) en comparación con quienes sí consumen alcohol (Mdn= 46,00), no se encontraron diferencias significativas entre el apego del padre y de los amigos (p> ,05). Para el consumo de tabaco no se identificaron diferencias significativas por tipos de apego.
Respecto al uso de internet se identificaron diferencias significativas en aquellos que consumían alcohol, presentaban mayores medianas de uso de internet en comparación con aquellos que no consumen alcohol (p< ,05).
Otro dato relevante que se observó en la Tabla 3 es la relación negativa y significativa de la escala general de IE (rs= -,496, p= ,024), la subescala de IE Intrapersonal (rs= -,151, p= ,013) y la subescala de IE manejo del estrés (rs= -,094, p= ,035) con el consumo de alcohol. Así mismo se identificó relación negativa entre el apego de la madre (rs= -,317, p =,013) y el consumo de alcohol. Respecto al uso de internet se presentó correlación positiva y significativa con el consumo de alcohol (rs= ,292, p= ,029). En lo referente al consumo de tabaco se identificó una relación negativa y significativa con las subescalas de IE adaptabilidad (rs= -,216, p= ,016) y manejo del estrés (rs= -,112, p= ,048) y una correlación positiva y significativa con el uso de internet (rs= ,224, p= ,039).
 

Tabla 1. Diferencias de IE entre consumidores de alcohol y tabaco

 

IE

General

IE

Intrapersonal

IE

Interpersonal

IE

Adaptabilidad

IE Manejo del estrés

IE Estado de ánimo

IE Impresión positiva

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Consumo de alcohol

162,1

6,8

17,8

38,4

25,1

24,0

16,11

No

170,7

6,9

16,5

36,1

34,2

33,0

14,9

 

U= 1561,50

U= 1.263,0

U= 1.267,0

U= 1.320,0

U= 1.001,0

U= 1.138,5

U= 1.224,0

 

p= ,543

p= ,143

p= ,149

p= ,223

p= ,007*

p= ,047*

p= ,102

Consumo de tabaco

153,0

17,2

34,2

23,0

25,0

40,6

14,0

No

153,0

16,62

36,3

26,1

29,0

40,7

17,0

 

U= 415,50

U= 501,50

U= 367,50

U= 326,00

U= 229,00

U= 480,50

U= 219,01

 

p= ,055

p= ,994

p= ,338

p= ,179

p= ,041*

p= ,867

p= ,049*

IE= inteligencia emocional, Mdn= mediana, U= U de Mann-Whitney, p= significancia, *= p <,05

 

Tabla 2. Diferencias del apego y uso de internet entre consumidores de alcohol y tabaco

Apego y uso de internet

Apego general

Apego madre

Apego padre

Apego amigos

Uso de internet

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Mdn

Consumo de alcohol

156,3

53,1

52,6

54,9

29,5

No

157,5

46,2

52,9

57,4

22,1

 

U= 1603,0

U= 43,34

U= 1.530,0

U= 1.480,0

U= 1.123,2

 

p= ,988

p= ,024

p= ,745

p= ,591

p= ,036*

Consumo de tabaco

164,6

45,8

56,0

62,8

29,5

No

157,2

49,6

52,8

54,7

22,0

 

U= 399,5

U= 355,50

U= 418,50

U= 304,50

U= 3.799,0

 

p= ,934

p= ,264

p= ,523

p= ,132

p= ,001*

IE= inteligencia emocional, Mdn= mediana, U= U de Mann-Whitney, p= significancia, *= p<, 05

 

Tabla 3. Relación de la IE, apego y uso de internet con el consumo de alcohol y tabaco

 

Consumo de alcohol

Consumo de tabaco

rs

Valor de p

rs

Valor de p

IE General

-,496

,024*

,079

,620

IE Intrapersonal

-,151

,013*

,026

,868

IE Interpersonal

-,101

,316

,080

,613

IE Adaptabilidad

-,046

,647

-,216

,016*

IE Manejo del estrés

-,094

,035*

-,112

,048*

IE Estado de ánimo

-,029

,772

-,010

,949

IE Impresión positiva

-,012

,905

,093

,560

Apego general

,029

,776

,039

,806

Apego a la madre

-,317

,013*

-,027

,863

Apego al padre

,063

,534

-,013

,933

Apego a amigos

,040

,689

,094

,554

Uso de internet

,292

,029*

,224

,039*

IE= inteligencia emocional, rs= coeficiente de correlación de Spearman, p= significancia, *= p <,05

 

 
Discusión y conclusiones
 
Los resultados del presente estudio confirman las altas prevalencias de consumo de alcohol y tabaco en los adolescentes, sobresaliendo el consumo de alcohol. Esto puede tener una explicación cultural debido a que el consumo de esta sustancia es una conducta ampliamente aceptada y habitual en la población mexicana (1). Además, la percepción del riesgo por el consumo de alcohol es baja, sobre todo en los adolescentes (22-24).
Respecto al consumo de tabaco los resultados del presente estudio concuerdan con los datos reportado por la Encuesta nacional de consumo de drogas, alcohol y tabaco (7), donde se presentan prevalencias similares del consumo; ello puede deberse a que aunque el tabaco es una de las principales drogas de inicio, la que se encuentra más arraigada para el comienzo del consumo de drogas en México es el alcohol (25), esto pudiera explicar las bajas prevalencias de consumo; sin embargo, siguen siendo importantes ya que lo deseable en esta población es que no se presente esta conducta (26-28).
Por otro lado, los resultados identificados respecto a la IE sugieren que esta habilidad debe ser evaluada y fortalecida con el objetivo que los adolescentes cuenten con herramientas para la toma de decisiones que contribuyan al desarrollo de conductas saludables, ya que se ha evidenciado que los adolescentes que presentan un nivel adecuado de IE se asocian con menos consumo de drogas (9,29,30). No obstante, en el presente estudio se evidencia que la IE relacionada al estado de ánimo y a los aspectos positivos de los adolescentes requiere ser fortalecida debido a que en esta etapa de la vida los jóvenes presentan dificultades para enfrentar estos aspectos de forma efectiva (31-32).
Además, se evidenció que el apego, tanto de los padres como de los amigos, es un factor importante en los adolescentes, esto resulta relevante para los profesionales de salud debido a que el apego con la madre se relaciona de forma importante el no consumo de alcohol. Estos resultados coinciden con lo reportado con algunos trabajos donde sugieren que las relaciones cercanas de apego brindan mayor seguridad y habilidades de rechazo para prevenir el consumo de drogas (12-13). Sin embargo, en el presente estudio solo se identificó esta tendencia con el apego de la madre, esto podría explicarse debido a que en la cultura mexicana el mayor lazo afectivo que se presenta es el de madre-hijo, representado por apoyo, confianza, comprensión y cariño (33-34), lo cual tiene un impacto en la toma de decisiones incluso en las relacionadas con la salud.
Por último, la realización de actividades de ocio como el uso del internet tiene importantes implicaciones en los adolescentes. En el presente estudio una alta proporción de adolescentes presentaron uso problemático de internet, estos hallazgos coinciden con la evidencia científica que indica el incremento de cifras enfocadas a uso problemático de internet (35). Esta tendencia puede deberse a que en la actualidad el uso de esta herramienta se encuentra accesible y sin límites de uso en una amplia proporción de adolescentes. Sin embargo, puede ocasionar que el uso de forma excesiva o problemática de internet pueda tener un impacto directo en su salud. Esta información coincide con los resultados de este estudio, donde se identificó que el uso problemático de internet se relacionó positiva y significativamente con el consumo de alcohol en los adolescentes, lo anterior se debe a que este empleo limita las relaciones interpersonales, provocando así aislamiento social, ya que incrementa el interés de relacionarse solo de forma virtual, además de favorecer al sedentarismo y desequilibrios psicológicos, y de existir mayor riesgo de presentar adicción al uso de internet y el consumo de otras drogas (36).
Se concluye que el consumo de alcohol y tabaco en los adolescentes es un problema real, por lo cual identificar factores que se encuentran relacionados a los cambios derivados de la globalización que afectan a los adolescentes son clave debido a que estos pueden estar relacionados con el inicio y mantenimiento de la conducta de consumo de drogas. Esto resulta relevante para los profesionales de salud debido a que los hallazgos obtenidos del presente estudio brindan conocimiento científico que apoya la hipótesis de que la IE, el apego y el uso de internet son conceptos importantes a considerar en el cuidado del adolescente, ya que evidencia que se encuentran relacionados con el consumo de alcohol y tabaco. Es importante mencionar que respecto a los conceptos abordados en el presente estudio en la población latinoamericana hay escasa información sobre la asociación de estas variables con el consumo de alcohol y tabaco; por lo cual es importante realizar réplicas del presente estudio en esta región, además de incluir trabajos con diseños predictivos y explicativos que brinden conocimiento más amplio sobre este fenómeno y que establezcan bases para el diseño y desarrollo de intervenciones de enfermería enfocadas a la prevención de consumo de drogas tanto lícitas como ilícitas.
 
Conflicto de intereses
 
Ninguno.
 
Financiación
 
Programa de Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica (PAICYT 2019) con el número de registro: EHA1013-19.
 
 
Bibliografía
 
[1] Gómez Z, Landeros P, Noa M, Patricio S. Consumo de alcohol, tabaco y otras drogas en jóvenes universitarios. RESPYN [internet] 2018 [citado 8 may 2020]; 16(4):1-9. Disponible en: http://respyn.uanl.mx/index.php/respyn/article/view%20/338
[2] Maturana A. Consumo de alcohol y drogas en adolescentes. Rev. Med. Clin. Condes [internet] 2011[citado 8 may 2020]; 22(1):98-109. Disponible en: http://www.clc.cl/Dev_CLC/media/Imagenes/PDF%20revista%20m%C3%A9dica/2011/1%20enero/11_DR_Maturana-13.pdf
[3] Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito [UNODC]. Informe Mundial sobre las Drogas [internet] 2013. [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.unodc.org/doc/wdr2013/World_Drug_Report_2013_Spanish.pdf
[4] Organización Mundial de la Salud (OMS). Comunicado de Prensa. El consumo nocivo de alcohol mata a más de 3 millones de personas al año, en su mayoría hombres. OMS 2018 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/detail/21-09-2018-harmful-use-of-alcohol-kills-more-than-3-million-people-each-year--most-of-them-men
[5] Villatoro VJA, Reséndiz EE, Mújica SA, Breton CM, Cañas MV, Soto H I, Fragoso I, et al. Reporte de Alcohol. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; Instituto Nacional de la Salud Pública, Comisión Nacional Contra las Adicciones, Secretaria de Salud. Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco. (2016-2017) [internet]. Ciudad de México: INPRFM; 2017
[6] Organización Mundial de la Salud (OMS). Nota Informativa sobre el tabaco. [internet]. Ginebra: OMS; 2018 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tobacco
[7] Villatoro VJA, Reséndiz EE, Mújica SA, Breton CM, Cañas MV, Soto HI, Fragoso ID, et al. Reporte de Tabaco. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; Instituto Nacional de la Salud Pública, Comisión Nacional Contra las Adicciones, Secretaria de Salud. Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (2016-2017) [internet]. México: INPRFM; 2017. [citado 8 may 2020]; Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1rMlKaWy34GR51sEnBK2-u2q_BDK9LA0e/view
[8] Bar-On. The Model of Social and Emotional Intelligence (ESI). Psicothema. [internet] 2006 [citado 8 may 2020]; 18(2):13-25. Disponible en: http://www.eiconsortium.org/reprints/bar-on_model_of_emotional-social_intelligence.htm
[9] González L, Berger K. Consumo de tabaco en adolescentes: factores 0 de riesgo y factores protectores. Cienc. Enferm. [internet] 2002 [citado 8 may 2020]; 8(2):27-35. Disponible en: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-95532002000200004
[10] López K, Lobo de Costa M. Conducta antisocial y consumo de alcohol en adolescentes. Rev Latino-am Enfermagem [internet] 2008 [citado 8 may 2020]; 16(2):299-305. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0104-11692008000200020&script=sci_abstract&tlng=es
[11] Ahumada-Cortez JG, Gámez-Medina ME, Valdez-Montero C. El consumo de alcohol como problema de salud pública. Ra Ximhai. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 13(2):13-24. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/461/46154510001.pdf
[12] Pérez-Islas V, Arellanez-Hernández JL. Vínculo afectivo con padres, pares y uso de drogas en adolescentes mexicanos. Rev Sist Exp. [internet] 2015 [citado 8 may 2020]; 2(5):178-92. Disponible en: http://www.ecorfan.org/bolivia/researchjournals/Sistemas_Experimentales/vol2num5/Revista_de_Sistemas_Experimentales_V2_N5-32-46.pdf
[13] Estévez A, Jaúregui P, Sánchez-Marcos I, López-González H, Griffiths MD. Attachment and emotion regulation in substance addictions and behavioral addictions. J Beh addic. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 6(4):534-44. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/322089885_Attachment_and_emotion_regulation_in_substance_addictions_and_behavioral_addictions
[14] Villanueva V. ¿Existen diferencias en función del sexo en el uso problemático de Internet en adolescentes? Are there sex differences in problematic Internet use in adolescents? Adicciones. [internet] 2019 [citado 8 may 2020]; 117:47-57. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7005836
[15] Durkee T, Kaess M, Carli V, Parzer P, Wasserman C, Floderus B, et al. Prevalence of pathological intenet use among adolescents in Europe: demographic and social factors. Addict [internet] 2012 [citado 8 may 2020]; 107(12):2210-22. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22621402
[16] Gámez-Guadix M, Calvete E, Orue I, Las Hayas C. Problematic Internet use and problematic alcohol use from the cognitive-behavioral model: A longitudinal study among adolescents. Addict Behav. [internet] 2015 [citado 8 may 2020]; 40:109-14. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25244690
[17] Secretaría de Salud. Reglamento de la Ley general de salud en materia de investigación para la salud. México, D.F. [internet] 1987 [citado 1 may 2020]. Disponible en: http://www.hgm.salud.gob.mx/pdf/investiga/reg_investigacion.pdf
[18] Ugarriza N, Pajares L. Adaptación y estandarización del inventario de Inteligencia emocional de BarOn ICE: NA, en niños y adolescentes. Lima: Manual técnico; 2004.
[19] Armsden G, McCauley E, Greenberg M, Burke P, Mitchell J. Parent and peer attachment in early adolescent. J Ab Chil Psy. [internet] 1990 [citado 8 may 2020]; 18(1):683-97. Disponible en: https://link.springer.com/article/10.1007/BF01342754
[20] Rial B, Gómez Salgado P, Isorna Folgar M, Araujo Gallego M, Varela Mallou J. EUPI-a: escala de uso problemático de internet en adolescentes. Desarrollo y validación psicométrica. Adicciones, 2015; 2(1):47-63. Doi: http://doi.org/10.6018/analesps.30.2.159111
[21] Babor TF, Higgins-Biddle JC, Saunders JB, Monteiro MG. AUDIT Cuestionario de Identificación de los transtornos debidos al consumo de alcohol. Pautas para su utilización en Atención Primaria [internet]. Ginebra: Organización Mundial de la Salud, Departamento de Salud Mental y Dependencia de Sustancias- Generalitat Valenciana Conselleria de Benestar Social; 2001 [citado 8 may 2020]; 40. Disponible en: https:// Cuestionario+de+Identificaci%C3%B3n+de+los+Transtornos+debidos+al+Consumo+de+Alcohol.
[22] Méndez-Ruiz MD, Ortiz-Moreno GA, Eligio-Tejada IA, Yáñez-Castillo BG, Villegas-Pantoja MA. Percepción del riesgo y consumo de alcohol en adolescentes de preparatoria. Aquichan. [internet] 2018 [citado 8 may 2020]; 18(4):438-48. Disponible en: https://aquichan.unisabana.edu.co/index.php/aquichan/article/view/9526
[23] Mata ME, Robles-Amaya J, Ripalda-Asencio V, Calderón-Cisneros J. La percepción del riesgo relacionado al consumo de alcohol en los adolescentes. Rev Pri Soc. [internet] 2018 [citado 8 may 2020]; 23:235-349. Disponible en: https://revistaprismasocial.es/article/view/2776
[24] Méndez-Ruiz MD, Alonso-Castillo MT, Alonso-Castillo MM, Uribe-Alvarado JI, Armendáriz-García NA. Relación de percepción de riesgo y consumo de alcohol en adolescentes. SMAD, Rev. Eletrônica Saúde Mental Álcool Drog. [internet] 2015 [citado 8 may 2020]; 11(3):161-7. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80342807007
[25] Casango-Campechano O, Cortaza-Ramírez L, Villar-Luis M. Motivos para el consumo de alcohol en estudiantes de secundaria de Minatitlán, Veracruz, México. Revista Médica de la Universidad Veracruzana. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 17(2):25-38. Disponible en: https://www.medigraphic.com/pdfs/veracruzana/muv-2017/muv172c.pdf
[26] Villatoro Velázquez JA, Medina-Mora Icaza ME, del Campo Sánchez RM, Fregoso Ito DA, Bustos Gamiño MN, Resendiz Escobar E, et al. El consumo de drogas en estudiantes de México. Salud mental. [internet] 2016 [citado 8 may 2020]; 39(4):193-203. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/582/58246494002.pdf
[27] De Mendiolagoitia Cortina LA, Blanco JL. Ayuda para deshabituación tabáquica grupal en la factoría Thyssenkrupp Norte de Mieres. RIdEC 2014; 7(1):16-23.
[28] Araujo PJ. Consumo de tabaco en pipa de agua (shisha, hookah, narghile) en chicos usuarios de una red social. RIdEC. 2015; 8(1):36-52. 
[29] Ciarrochi J, Forgas JP, Mayer JD (eds.). Emotional Intelligence in everyday life: A scientific inquiry. Psychology Press. 2001.
[30] Trinidad DR, Johnson CA. The association between emotional intelligence and early adolescent tobacco and alcohol use. Personality and Individual Differences. 2002; 32(1):95-105.
[31] Sharma D, Gulati R, Misra I. Emotional intelligence: influencing smoking behavior in Young adults. Jindal Journal of Business Research. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 6(1):14-24. Disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/2278682117697414
[32] García del Castillo JA, García del Castillo-López A, Gázquez Pertusa. M, Marzo Campos JC. La inteligencia emocional como estrategia de prevención de las adicciones. Salud y drogas. [internet] 2013 [citado 8 may 2020]; 13(2):89-97. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/839/83929573001.pdf
[33] Cutrín O, Gómez-Fraguela JA, Maneiro L, Sobral J. Los efectos de las prácticas parentales a través de compañeros desviados en los comportamientos antisociales no violentos y violentos en la adolescencia media y tardía. Eur J Phy App Leg Con. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 9(2):75-82. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1889-18612017000200075
[34] Ceyhan E, Boysan M, Tayyip M. Associations between online addiction attachment style, emotion regulation depression and anxiety in general population testing the proposed diagnostic criteria for internet addiction. Sleep Hypn. [internet] 2019 [citado 8 may 2020]; 21(2):123-39. Disponible en: https://www.sleepandhypnosis.org/ing/abstract.aspx?MkID=283
[35] Cabrera A, Chacón A, Vera D. Incidencia del uso del internet en los adolescentes de las instituciones de educación media. Revista ciencia UNEMI. [internet] 2015 [citado 8 may 2020]; 8(14):57-66. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5210274
[36] Golpe S, Isorna M, Gómez P, Rial A. Uso problemático de internet y adolescentes: el deporte sí importa. Retos. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 31(1):52-7. Disponible en: https://recyt.fecyt.es/index.php/retos/article/view/44248
 

Originales - 2 - Influencia del apoyo social en la adherencia al tratamiento farmacológico en un centro de salud de Valencia

 

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
Jiménez Molina G, Vidal Sánchez I, Felipe Román O, Chover Sierra E. Influencia del apoyo en la adherencia al tratamiento farmacológico en un centro de salud de Valencia. RIdEC 2020; 13(1):26-35.
 
Fecha de recepción: 3 de enero de 2020. 
Aceptada su publicación: 3 de abril de 2020.
 

Autores

 
1 Gabriel Jiménez Molina
2 Ivanna Vidal Sánchez
3 Olaya Felipe Román
4 Elena Chover Sierra
 
  1. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria. Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.
  2. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria. Hospital Clínico Universitario de Valencia.
  3. Máster en Enfermería Oncológica por la Universidad de Valencia. Centro de Atención Primaria Barrio de la Luz de Valencia.
  4. Doctora en Enfermería por la Universidad de Valencia. Profesora asociada en la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de Valencia. Enfermera en Consorcio Hospital General Universitario de Valencia.
 
CONTACTO:
 
Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
 

Resumen

 
Objetivo: valorar cómo es el apoyo social percibido por los pacientes que acuden a la consulta programada de Enfermería de Atención Primaria, describiendo su influencia en la adherencia al tratamiento farmacológico, dos aspectos fundamentales asociados al curso y al desenlace de las enfermedades crónicas.
Método: se trata de un estudio cuantitativo observacional descriptivo transversal. La población diana fueron usuarios que acuden a la consulta programada de Enfermería de Atención Primaria. El tipo de muestreo fue no probabilístico por conveniencia y caso consecutivo. El apoyo social percibido se midió mediante el test de MOS, y la adherencia al tratamiento fue valorada mediante el test de Morisky-Green.
Resultados: la muestra final fue de 79 personas. En cuanto a la autopercepción de salud, 38 de los 79 encuestados expresaron que su estado de salud era bueno o muy bueno. Con respecto a la adherencia al tratamiento farmacológico, 57 resultaron ser cumplidores frente a 22 no cumplidores. En cuanto al apoyo social percibido, 61 obtuvieron un buen apoyo social frente a 17 que obtuvieron un mal apoyo social. Al relacionar el test de MOS y el de Morisky-Green se observa que a mejor apoyo social percibido mejor adherencia al tratamiento.
Conclusiones: la consulta de Enfermería de Atención Primaria es el lugar adecuado para valorar tanto la adherencia al tratamiento farmacológico y el apoyo social percibido, dos variables que correlacionan positivamente; además del lugar idóneo para reconocer problemas reales y potenciales de salud y poner en marcha estrategias para asegurar la adherencia al tratamiento.
 
PALABRAS CLAVE:
Atención Primaria de Salud; apoyo social; cumplimiento y adherencia al tratamiento farmacológico; Enfermería en salud comunitaria.
 

Title:

Influence of social support on adherence to drug therapy in a health center in Valencia

 

ABSTRACT:

 
Purpose: to assess how social support is perceived by patients attending scheduled visits of Primary Care Nurses, and to describe its influence on the adherence to drug therapy, which are two core items associated with the course and outcome in chronic diseases.
Methods: this is a quantitative, descriptive, cross-sectional, observational study. The target population comprised users who attend scheduled visits of Primary Care Nurses. A non-probabilistic sampling method was used, with a convenience case-consecutive sample. Perceived social support was measured by the MOS test, and adherence to treatment was assessed by the Morisky-Green test.
Results: the final sample included 79 participants. Regarding self-perception of health, 38 of the 79 respondents reported that their health status was good or very good. With regard to adherence to drug therapy, 57 proved to be compliant versus 22 non-compliant. As for perceived social support, 61 received good social support versus 17 who had poor social support. When relating the MOS test and the Morisky-Green test, it could be observed that the better the perceived social support, the better the adherence to treatment.
Conclusions: a Primary Care Nursing office is the appropriate place to assess both adherence to drug therapy and perceived social support; both variables are positively correlated; it is also the right place to identify actual and potential health problems and to implement strategies to ensure treatment adherence.
 
KEYWORDS:
Primary Care Nursing; social support; drug treatment compliance and adherence; community health nursing.
 

 

Introducción

 
Las enfermedades crónicas son definidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como aquellas de larga duración y por lo general de evolución lenta (1,2). Dentro de este grupo son las enfermedades cardiovasculares aquellas con mayor morbimortalidad, con 17,5 millones de defunciones al año y un número muy superior de invalideces en el ámbito mundial. Seguidamente se encuentra el cáncer con 8,2 millones de muertes anuales, las patologías respiratorias con 4 millones y la diabetes con 1,5 millones. Estos cuatro grupos de enfermedades suponen el 82% de la mortalidad por enfermedades crónicas (2).
Es sabido que estas enfermedades se ven favorecidas por el envejecimiento de la población, la urbanización y una creciente globalización que implica la práctica de estilos de vida poco saludables, sobre todo en las personas socialmente más vulnerables y que cuentan con menos recursos (1).
Debido a esto, y a que la Atención Primaria es la que más se acerca a la persona en su contexto social, es importante trabajar desde este ámbito mediante la prevención secundaria y terciaria, reforzando la detección precoz y trabajando con los pacientes para la consecución del mayor grado de cumplimiento terapéutico posible (1).
En este estudio se abordará la relación entre el apoyo social y la adherencia al tratamiento, en cuanto al primero existen varias definiciones de apoyo social; según Thoits (3), es el grado en el que las necesidades sociales básicas de las personas son satisfechas a través de la interacción con otros, entendiendo como necesidades básicas la afiliación, el afecto, la pertenencia, la identidad, la seguridad y la aprobación. Bowling (4), por su parte, lo define como el proceso interactivo en el que el individuo consigue ayuda emocional, instrumental o económica de la red social en la que se encuentra. Al mismo tiempo, el apoyo social funciona como amortiguador del estrés, aumenta la calidad de vida y la adherencia terapéutica (5).
También es esencial comprender el carácter multidimensional del apoyo social, pudiéndolo dividir en apoyo cuantitativo o estructural, que se refiere a la red social con que cuenta el individuo; y el de tipo funcional o cualitativo, el cual es subjetivo, ya que es lo que el propio individuo percibe y tiene diversos aspectos que son el apoyo emocional, el afectivo, el informativo y el instrumental (5).
Los aspectos citados anteriormente, así como su interrelación, influirían en la otra variable a estudio, la adherencia al tratamiento. Según la OMS en su reunión de 2001 sobre Adherencia Terapéutica, concluyó definir esta como “el grado en el que el paciente sigue instrucciones médicas” y era insuficiente, ya que para tratar las enfermedades crónicas se requiere el empleo de una gran variedad de intervenciones con el sujeto. Además, en contraposición con la idea actual, la palabra “instrucciones” implica considerar al paciente como un ser pasivo (6).
Una de las definiciones más aceptadas de adherencia terapéutica es la de Haynes (7): “El grado en que el comportamiento de una persona, tomar el medicamento, seguir un régimen alimentario y ejecutar cambios en el modo de vida, se corresponde con las recomendaciones acordadas por un prestador de asistencia sanitaria”.
Según el informe de la OMS “Adherencia a los tratamientos a largo plazo. Pruebas para la acción” del año 2004, en los países desarrollados la adherencia terapéutica en enfermos crónicos solo llega al 50% y en los países en vías de desarrollo es más deficiente aún. En cuanto a enfermedades como la diabetes y la hipertensión, en Europa únicamente el 28% de los pacientes tratados logra un buen control glucémico (8,9), mientras que un 25% alcanza unas cifras óptimas de tensión arterial (10). Esta situación se traduce en problemas de salud evitables para los pacientes y en unos costes excesivos para los sistemas de salud.
La OMS considera la falta de cumplimiento de los tratamientos crónicos y sus consecuencias clínicas y económicas como un tema prioritario de salud pública en el ámbito mundial. En cuanto a las dimensiones que influyen en la adherencia terapéutica, este organismo cita cinco: factores socioeconómicos: pobreza, analfabetismo, desempleo, falta de redes sociales, distancia al centro sanitario, coste de del trasporte y la medicación y creencias populares en cuanto a la enfermedad y su tratamiento (6); factores relacionados a la asistencia sanitaria, ya que una buena relación terapéutica aumentaría la adherencia al tratamiento (11); factores relacionados con el tratamiento, como su complejidad, duración, efectos secundarios y el fracaso de tratamientos anteriores; factores relacionados con la enfermedad, como la gravedad, la discapacidad, su progresión y la disponibilidad de tratamiento existente; por último, factores relacionados con el propio paciente, recursos propios como conocimientos, actitudes, creencias, expectativas, etc. Es decir, la motivación para adherirse al tratamiento estará entonces influida por el valor que el paciente le dé al hecho de seguir el régimen terapéutico y por el grado de confianza en poder seguirlo (12). Por lo tanto, es importante acrecentar la motivación intrínseca del paciente, así como sus aptitudes de autocuidado, serán metas importantes a conseguir (6).
Como profesionales de Atención Primaria se ha de ofrecer una atención lo más integral posible. Debido a las características del paciente crónico es oportuno analizar cómo sus circunstancias sociales, económicas y su percepción acerca del apoyo social recibido influyen en su salud, y en algo tan determinante como la adherencia al tratamiento. Si bien es verdad que el concepto adherencia terapéutica es más amplio, la adherencia al tratamiento farmacológico es uno de los aspectos fundamentales que la componen y, por tanto, lo que se va a evaluar mediante el instrumento seleccionado. Por otra parte, si bien hay bastante bibliografía acerca del tema, no hay muchos estudios realizados por parte de Enfermería, aunque este es el profesional encargado de la educación, promoción y prevención de la salud en todos sus niveles, constituyendo para estos pacientes un instrumento clave de apoyo.
Distintos estudios recogen cómo el apoyo social ha mostrado un efecto amortiguador en cuanto a los impactos adversos de la enfermedad crónica. No hay que olvidar el importante papel de las familias, ya que estas no solo son las unidades básicas de cuidados, sino que también condicionarán las actitudes, creencias y comportamientos del individuo frente a la salud y a la enfermedad (5).
Por lo tanto, el objetivo general de este trabajo es valorar cómo es el apoyo social percibido por los pacientes que acuden a la consulta programada de Enfermería en Atención Primaria, así como describir la influencia de esta variable en la adherencia al tratamiento farmacológico.
 
Material y método
 
Diseño: estudio descriptivo transversal.
Población y ámbito de estudio: la población diana fueron usuarios que acuden habitualmente a la consulta programada de Enfermería de Atención Primaria de un centro de salud del Departamento 9 de la Comunidad Valenciana y que cumplen los criterios diagnósticos de la OMS para patologías crónicas.
Criterios de selección: se incluyó a quienes aceptaran hacerlo de forma voluntaria, mediante la cumplimentación y firma de un documento de consentimiento informado. Se excluyeron pacientes en situación avanzada de enfermedad, personas con evidencia de deterioro cognitivo, problemas neurológicos o alteraciones conductuales graves que imposibilitaran la monitorización del apoyo social que recibían, así como su grado de adherencia al tratamiento farmacológico.
Muestra: mediante muestreo no probabilístico, por conveniencia y caso consecutivo, se seleccionaron 79 participantes. Aunque algunos cuestionarios no se rellenaron completamente, fueron incluidos en el análisis final, considerándose la información no recogida en el cuestionario como casos perdidos de la variable a estudio (por ese motivo la suma de las frecuencias no siempre coincide con el número de participantes).
Variables: las variables descriptoras de la población fueron clasificadas en tres categorías: variables personales, variables sobre su situación de salud y variables socioeconómicas.
Instrumentos: la valoración del apoyo social se realizó mediante el cuestionario MOS de apoyo social, instrumento concebido para evaluar a pacientes con patologías crónicas y validado en España por Revilla et al. (13) para su empleo en contextos clínicos. Se trata de un cuestionario multidimensional que permite valorar aspectos cuantitativos (tamaño) y cualitativos (dimensiones) de la red social, que explora cinco dimensiones del apoyo social: el informativo, el emocional, el tangible, la interacción social positiva y el afecto/cariño. Consta de 19 preguntas sobre la presencia de determinados tipos de apoyo, que se contestan con una escala tipo Likert de 5 puntos. La puntuación oscila entre 19 y 95 puntos. La escala posee buenas propiedades psicométricas con una consistencia interna elevada (α de Cronbach= 0,97) (13). Para este estudio se ha catalogado como “buen apoyo social” a aquellos que obtienen una puntuación igual o superior a 57. La valoración de la adherencia terapéutica se llevó a cabo a través del test de Morisky-Green, que consta de cuatro preguntas. Se considera que una persona tiene buena adherencia terapéutica si responde negativamente a las cuatro, y se le clasifica como cumplidor. En cambio, si alguna de las respuestas es “sí”, el paciente se clasifica como no cumplidor (14). Este método fue desarrollado por Morisky, Green y Levine (14) y validado en España por Val Jiménez et al. (16), posee una fiabilidad del 61% (15), en un principio su finalidad era valorar el cumplimiento de la pauta de medicación en pacientes con hipertensión arterial (HTA), y posteriormente se adaptó a otras enfermedades como la diabetes o la toma de anticoagulantes orales.
Los cuestionarios se entregaron en formato papel para que el paciente los cumplimentara en la consulta. Los autores estuvieron presentes en ese momento para poderles resolver las posibles dificultades de comprensión que aparecieran durante la realización del cuestionario.
Análisis de datos: en primer lugar se procedió al análisis descriptivo univariante de cada variable, en caso de variables cuantitativas mediante medidas de tendencia central y de dispersión, y en caso de variables cualitativas mediante distribución de frecuencias. Tras ello se llevó a cabo el análisis bivariante, utilizando la prueba de Chi cuadrado para estudiar las relaciones entre variables. En todos los análisis se estableció un nivel de confianza del 95% (p< 0,05). Para el análisis de datos y representaciones gráficas se utilizó el software SPSS24.
Consideraciones éticas: previamente el proyecto fue remitido y aprobado por el comité ético de investigación clínica del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia.
 
Resultados
 
Se entrevistaron 38 hombres y 39 mujeres, de edades comprendidas entre 51 y 86 años, siendo la media de edad de 70,96 años, con una desviación típica de 9,29 años. El resto de variables sociodemográficas se muestran en la Tabla 1.
 

Tabla 1. Variables sociodemográficas

 

Frecuencia

Porcentaje

Rango

Media

DT*

Edad

 

 

51-86

70,96

9,30

Género

Hombre

38

49,4

 

 

 

Mujer

39

50,6

 

 

 

Nivel de estudios

No sabe leer ni escribir

3

3,8

 

 

 

Primaria incompleta

29

37,2

 

 

 

Primaria completa

20

25,6

 

 

 

Estudios secundarios

19

24,4

 

 

 

Estudios universitarios

7

9

 

 

 

Situación laboral

En activo

4

5,2

 

 

 

Desempleado

6

7,8

 

 

 

Jubilado

67

87,0

 

 

 

Personas con las que convive

0

9

12,0

 

 

 

1

20

26,7

 

 

 

2

28

37,3

 

 

 

3

12

16,0

 

 

 

4

5

6,7

 

 

 

5

1

1,3

 

 

 

Personas a su cuidado

0

56

73,7

 

 

 

1

13

17,1

 

 

 

2

6

7,9

 

 

 

3

1

1,3

 

 

 

*DT: desviación típica

 

Una tercera parte de los sujetos describieron su estado de salud como regular, y un porcentaje ligeramente superior como bueno, tal y como se muestra en la Tabla 2, donde se presentan los resultados relativos al estado de salud de los participantes.
Los resultados obtenidos tanto en la valoración del apoyo social como en la adherencia terapéutica se muestran en la Tabla 3.
En cuanto a la relación entre el test de MOS y el de Morisky-Green se observa que dentro del grupo catalogado como “cumplidor”, un 78,7% obtuvo un buen apoyo social; mientras que en el grupo de “no cumplidores”, el buen apoyo social desciende al 61,9%. El test de Chi cuadrado mostró la existencia de una relación estadísticamente significativa entre ambas variables (p= 0,034).
En la Tabla 4 se muestran los resultados en cuanto al apoyo social percibido en función de las características descriptoras de la población; diferencias que analizadas mediante la prueba de Chi cuadrado no mostraron ser estadísticamente significativas. Es de destacar que perciben un buen apoyo social con mayor frecuencia las mujeres, el grupo de edad entre 75 y 79 años, aquellas con estudios primarios y las que convivían con varias personas o tenían no más de dos personas a su cargo.
En la Tabla 5 se muestran las relaciones entre el test de Morisky-Green y determinadas variables descriptivas de la población, que tampoco resultaron ser significativas. Se encontró un mayor porcentaje de cumplidores en el grupo de las mujeres, en el grupo de edad entre 75 y 79 años y las personas con estudios primarios o sin estudios. Los resultados de Morisky-Green se relacionaron también con las variables sobre estado de salud. Así se observa que un 65,4% de las personas con diabetes mellitus (DM) y un 73,3% de las personas con hipertensión arterial (HTA) son cumplidores, pero solo lo son un 33% de las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Con respecto a la relación entre Morisky-Green y la autopercepción de salud, en ambos grupos el cumplimiento fue similar, aunque entre las personas con mejor percepción de salud hay un mayor porcentaje de cumplidores que entre los que tienen peor percepción de su estado de salud.
 

Tabla 2. Situación sobre el estado de salud

 

Frecuencia

Porcentaje

Autopercepción de salud

Muy malo

1

1,3

Malo

9

11,4

Regular

31

39,2

Bueno

35

44,3

Muy bueno

3

3,8

Enfermedades crónicas

HTA*

60

76,9

DM**

26

33,3

EPOC***

3

3,8

Número de enfermedades

1

42

55,3

2

27

35,5

3

5

6,6

4

1

1,3

*HTA: hipertensión arterial. **DM: diabetes mellitus.

***EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica

 

Tabla 3. Resultado de los cuestionarios Morisky-Green y MOS

 

Frecuencia

Porcentaje

Rango

Media

DT*

Morisky Green

No cumplidor

22

27,8

 

 

 

Cumplidor

57

72,2

 

 

 

MOS**

Buen apoyo social

61

78,2

 

 

 

Mal apoyo social

17

21,8

 

 

 

MOS** Índice global de apoyo social

 

 

21-95

76

20,3

*DT: desviación típica. **MOS: cuestionario de apoyo social percibido (Medical Outcomes Study)


Tabla 4. Resultados del apoyo social percibido según características descriptoras de la población

 

n

Buen apoyo social n (%)

Mal apoyo social n (%)

p-valor

Género

Hombre

38

29 (76,3%)

9 (23,7%)

0,783

Mujer

38

30 (78,9%)

8 (21,1%)

Grupo de edad

< 60

13

10 (76,9%)

3 (23,1%)

 

0,428

60-64

7

5 (71,4%)

2 (28,6%)

65-69

14

10 (71,4%)

4 (28,6%)

70-74

14

12 (85,7%)

2 (14,3%)

75-79

16

15 (93,8%)

1 (6,2%)

80-85

14

9 (64,3%)

5 (35,7%)

Nivel de estudios

Primarios

52

40 (76,9%)

12 (23,1%)

0,698

Secundarios o superiores

26

21 (80,8%)

5(19,2%)

Situación laboral

En activo

4

3 (75%)

1 (25%)

 

0,936

Desempleado

6

5 (83,3%)

1 (16,7%)

Jubilado

66

51 (77,3%)

15 (22,7%)

Personas con que conviven

0

9

4 (44,4%)

5 (55,6%)

 

0,084

1

20

14 (70%)

6 (30%)

2

28

23 (82,1%)

5 (17,9%)

3

12

11 (91,7%)

1 (8,3%)

4

5

5 (100%)

0 (0%)

5

1

1 (100%)

0 (0%)

Personas a su cargo

0

56

44 (78,6%)

12 (21,4%)

 

0,865

1

13

10 (76,9%)

3 (23,1%)

2

6

4 (66,7%)

2 (33,3%)

3

1

1 (100%)

0 (0%)

 
 

Tabla 5. Resultados del test de Morisky-Green con respecto a las variables descriptivas de la población

 

n

Cumplidor n (%)

No cumplidor n (%)

p-valor

 

 

Género

Hombre

38

26 (68,4%)

12 (31,5%)

0,402

Mujer

39

30 (76,9%)

9 (23%)

Grupo de edad

< 60

13

8 (61,5%)

5 (38,4%)

 

0,582

60-64

7

5 (71,4%)

2 (28,5%)

65-69

14

12 (85,7%)

2 (14,2%)

70-74

14

10 (71,4%)

4 (28,5%)

75-79

16

13 (81,2%)

3 (18,7%)

80-85

15

9 (60%)

6 (40%)

Nivel de estudios

Primarios

Secundarios o superiores

52

27

38 (73%)

19 (70,3%)

14 (26,9%)

8 (29,6%)

0,799

 
 

Tabla 5. Resultados del test de Morisky-Green con respecto a las variables descriptivas de la población (continuación)

 

n

Cumplidor n (%)

No cumplidor n (%)

p-valor

Personas con que conviven

0

9

3 (33,3%)

6 (66,7%)

0,060

1

20

18 (90%)

2 (10%)

2

28

20 (71,4%)

8 (28,6%)

 

3

12

8 (66,7%)

4 (33,3%)

4

5

4 (80%)

1 (20%)

5

1

1 (100%)

0 (0%)

Patología

HTA*

60

44 (73,3%)

16 (26,6%)

0,581

DM*

26

17 (65,3%)

9 (34,6%)

0,373

EPOC*

3

1 (33,3%)

2 (66,6%)

0,131

Percepción estado de salud

Mala o regular

38

29 (76,3%)

9 (23,6%)

0,427

Buena o muy buena

41

28 (68,2%)

13 (31,7%)

*HTA: hipertensión arterial. *DM: diabetes mellitus. *EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica

 
En último lugar se relacionó la autopercepción de salud con el género, en este caso se observó que de las mujeres solo el 39,5% percibe su estado de salud como bueno o muy bueno, mientras que en los hombres el porcentaje de quienes perciben su estado de salud como bueno o muy bueno asciende al 60,5%. En este caso el análisis mediante Chi cuadrado obtuvo un valor de p= 0,05.
 
Discusión y conclusiones
 
El objetivo principal del presente trabajo fue relacionar el apoyo social mediante el test de MOS con la adherencia al tratamiento utilizando el test de Morisky-Green, además de relacionar estos test con las demás variables descriptoras de la población.
La adherencia al tratamiento observada en el presente estudio fue del 72,2%, mucho mayor a los datos ofrecidos por la OMS los cuales hablan de un 50% (7), y mayores a otros estudios similares, como el de Núñez Montenegro et al. (17) donde el cumplimiento terapéutico en mayores de 65 años polimedicados se sitúa en el 51,7%. Cabe destacar que la enfermedad crónica más prevalente en esta muestra fue la HTA, presente en el 76,9% de los encuestados, prevalencia ligeramente superior a la de otros estudios consultados (18,20), que oscilaba entre el 73,7% y el 75,9%.
En cuanto a la relación entre el test de MOS y el test de Morisky-Green, en este trabajo se ha encontrado una relación estadísticamente significativa, que muestra que las personas con buen apoyo social presentan mayores porcentajes de adherencia al tratamiento farmacológico. Esto se observa también en estudios como el de Vinaccia et al. (21) que muestra cómo aquellos individuos con una alta percepción de apoyo (sobre todo en esferas como apoyo emocional e interacción social) obtuvieron también una buena adherencia farmacológica, mientras que en el estudio de Núñez Montenegro et al.(17) se concluye que el perfil de incumplidor responde a aquellos individuos que viven solos, algo que no se ha podido confirmar en este trabajo, pues no se encuentran diferencias estadísticamente significativas en función del número de personas que convivían en el domicilio.
Es importante reflexionar entonces cómo las enfermeras comunitarias pueden modificar ese apoyo social percibido. Según una revisión sistemática de Mármol-López et al. (22) donde aborda las intervenciones enfermeras con mayor impacto en la cronicidad, aquellas que obtuvieron un mejor resultado teniendo en cuenta la satisfacción percibida de los pacientes fueron; la gestión de casos, la práctica avanzada, los programas de atención domiciliaria y la telemonitorización (22). En esta línea, otra tendencia sería “la formación entre pares de iguales”, es decir, intervenciones realizadas por coaching entre pares y el programa de “paciente experto”, estos también proporcionarían apoyo social y emocional, promoviendo el cumplimiento del tratamiento (23). Aunque hace falta ahondar más en esta relación se puede intuir que es importante desarrollar aquellas intervenciones que amplían la red de apoyo del paciente, teniendo en cuenta siempre la familia y la comunidad donde se encuentra.
No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en cuanto a los resultados del test de MOS en función del género, edad u otras variables descriptoras, como el nivel de estudios, la situación laboral o la autopercepción del estado de salud. En estudios como en el de Costa Requena et al. (24) los varones percibieron mayor apoyo que las mujeres, resultado semejante al presentado en el artículo de la adaptación española del cuestionario (13). Respecto a la edad, en dicho estudio tampoco se observaron diferencias estadísticamente significativas, difiriendo esto con la adaptación española del cuestionario, donde a mayor edad peor percepción de apoyo social (24).
En el presente estudio tampoco se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los resultados del test de Morisky-Green en función del género, ni con el resto de las variables descriptoras. Tuesca-Molina et al. (25), en un estudio donde analizan los determinantes del cumplimiento terapéutico, concluyen que tampoco hay diferencias de género, aunque sí delimitan un perfil de mujer cumplidora en aquellas con nivel escolar bajo y mejor calidad de vida en el componente físico, mientras que los hombres cumplidores presentan también escolaridad baja, buena función física y difieren según la zona en que viven (interior o costa), en ambos géneros los no cumplidores son aquellos que reportaban dos enfermedades crónicas además de la HTA. En cuanto al estudio anteriormente citado de Núñez Montenegro et al. (17), el cumplimiento tampoco estaría relacionado con el género, pero sí se relacionaría positivamente con vivir en zona de interior y vivir acompañado. Moreno Juste et al. (26) en su estudio observacional transversal retrospectivo, sobre una cohorte de 16.208 pacientes mayores de 65 años, sobre adherencia terapéutica, concluyeron que la adherencia aumentaba con el número de enfermedades crónicas, mientras que el sexo, la edad y el número de fármacos no presentaron un efecto consistente.
Es de destacar que los instrumentos utilizados en este trabajo para la evaluación de las dos variables a estudio han sido utilizados en otros trabajos de forma conjunta, como en el estudio de Sandoval et al. (27) donde se analizan los factores psicosociales y la adherencia al tratamiento antihipertensivo. Lo que muestra el interés por ver esta relación entre apoyo social y adherencia al tratamiento farmacológico.
Con respecto a la autopercepción del estado de salud sí se hallaron diferencias estadísticamente significativas en función del género. En este caso se podría afirmar que los hombres poseen una mejor autopercepción del estado de salud que las mujeres, lo que coincide con la Encuesta Nacional de Salud (ENS). En esta última los hombres valoran su salud favorablemente (78%) con mayor frecuencia que las mujeres (70%) (28). Esta es una tendencia que se consolida en el tiempo si se observan los datos de la ENS desde 1987, en este apartado los hombres siempre han puntuando mejor que las mujeres. Según un estudio realizado por Azpiazu Garrido et al. (29) donde se estudian los factores asociados a mal estado de salud percibido y donde se encuestan 911 personas mayores de 65 años no institucionalizadas, las variables asociadas son: bajos ingresos económicos, sentimientos de soledad, problemas visuales, estilo de vida sedentario, incapacidad funcional, bajo nivel de estudios, falta de apoyo emocional, falta de apoyo social y sexo femenino. Benavente-Cuesta y Quevedo-Aguado (30) no encontraron diferencias al analizar la autopercepción del estado de salud con el género; sin embargo, al compararlo con el bienestar psicológico los hombres obtuvieron mejores resultados.
El perfil del paciente que acude a la consulta programada de Enfermería de el centro de salud es mujer, con una edad media de 70 años, con estudios primarios, jubilada, que convive con una o dos personas, presenta como patología crónica HTA, es cumplidora y presenta buen apoyo social, aunque una percepción de salud no buena; un perfil similar al descrito en trabajos realizados en otros centros españoles (17,25,26).
Destaca como limitación el pequeño tamaño muestral alcanzado por el poco tiempo del que dispusieron los autores; no haber conseguido llegar al tamaño muestral estimado hace que estos resultados sean difícilmente extrapolables a otra población, y el pequeño tamaño muestral puede hacer que las diferencias obtenidas no sean estadísticamente significativas. Otra limitación del estudio es el posible sesgo de selección, es decir, las medidas fueron tomadas en aquellos pacientes que acudieron a la consulta, por lo cual puede que los más incumplidores se encuentren en el grupo de aquellos que no acuden a consulta.
En cuanto a trabajos futuros sería interesante añadir el estudio no solo del cumplimiento farmacológico sino también de las recomendaciones en cuanto a estilos de vida saludables, que se incluirían en el concepto más amplio de adherencia terapéutica. La consulta de enfermería de Atención Primaria es el lugar adecuado para realizar estas valoraciones, teniendo en cuenta la perspectiva de género y el apoyo social, para reconocer así problemas reales y potenciales.
El apoyo social es uno de los factores que determina la adherencia al tratamiento farmacológico, por lo que es importante seguir investigando qué intervenciones de enfermería comunitaria pueden ampliar la red de apoyo y por tanto aumentar el apoyo social percibido. Analizar otros factores que influyen en la adherencia y su impacto, además de delimitar el perfil de paciente cumplidor y no cumplidor, permitirá desarrollar mejores estrategias que incidan en el adecuado cumplimiento terapéutico y en el bienestar del paciente.
 
Conflicto de intereses
 
Ninguno.
 
Financiación
 
Ninguna.
 
 
Bibliografía
 
[1] Organización Mundial de la Salud (OMS). Enfermedades no trasmisibles [internet]. Ginebra: OMS; 2015. [citado 8 may 2020]. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs355/es/
[2] Lim SS, Vos T, Flaxman AD, Danaei G, Shibuya K, Adair-Rohani H, et al. A comparative risk assessment of burden of disease and injury attributable to 67 risk factors and risk factor clusters in 21 regions, 1990-2010: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2010. Lancet. 2012; 380(9859):2224-60. Doi: http://doi.org/10.1016/S0140-6736(12)61766-8
[3] Thoits P. Conceptual, methodological and theoretical problems in studying social support as a buffer against life stress. J Health Social Behav. 1982; 2:145-59. Doi: http://doi.org/10.2307/2136511
[4] Bowling A. Social support and social networks: their relationship to the successful and unsucessful survival of elderly people in the community. An analisys of concepts and a review of the evidence. Fam Practice. 1991; 8(1):68-83. Doi: http://doi.org/10.1093/fampra/8.1.68
[5] Fachado AA, Menéndez Rodríguez M, González Castro L. Apoyo social: mecanismos y modelos de influencia sobre la enfermedad crónica. Cad. Aten. Primaria. [internet] 2013 [citado 8 may 2020]; 19:118-23. Disponible en: https://www.agamfec.com/pdf/CADERNOS/VOL19/vol_2/ParaSaberDe_vol19_n2_3.pdf
[6] Organización Mundial de la Salud (OMS). Adherencia a los tratamientos a largo plazo. Pruebas para la acción [internet]. Ginebra: OMS; 2004. [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://iris.paho.org/handle/10665.2/41182
[7] Haynes RB. Determinants of compliance: The disease and the mechanics of treatment. Baltimore MD, Johns Hopkins University Press. [internet] 1980 [citado 8 may 2020]; 2(6):757-64. Disponible en: http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.607.840&rep=rep1&type=pdf
[8] Liebl A, Neiss A, Spannheimer A, Reitberger U, Wagner T, Görtz A. [Costs of type 2 diabetes in Germany.Results of the CODE-2 study.] Dtsch Med Wonchenschr. 2001; 126:585-9. Doi: http://doi.org/10.1055/s-2001-14102
[9] Liebl A, Neiss A, Spannheimer A, Reitberger U, Wieseler B, Stammer H, Göertz A. Complications, co-morbidity, and blood glucose control in type 2 diabetes mellitus patients in Germany - results from the CODE-2 study. Exp Clin Endocrinol Diabetes. 2002; 110:10-6. Doi: http://doi.org/10.1055/s-2002-19988
[10] Burt VL, Whelton P, Roccella EJ, Brown C, Cutler JA, Higgins M, et al. Prevalence of hypertension in the US adult population. Results from the Third National Health and Nutrition Examination Survey, 1988-1991. Hypertension. [internet] 1995 [citado 8 may 2020]; 25:305-13. Doi: http://doi.org/10.1161/01.hyp.25.3.305
[11] Rose LE, Kim MT, Dennison CR, Hill MN.The contexts of adherence for African Americans with high blood pressure. J Adv Nurs. 2000; 32:587-94. Doi: http://doi.org/10.1046/j.1365-2648.2000.01538.x
[12] Miller W, Rollnick S. Motivational interviewing. Nueva York: Guilford Press; 1999. Doi: http://doi.org/10.1002/casp.2450020410
[13] Revilla Ahumada L, Luna del Castillo J, Bailón Muñoz E, Medina Moruno I. Validación del cuestionario MOS de apoyo social en Atención Primaria. Medicina de Familia. [internet] 2005 [citado 8 may 2020]; 6(1):10-8. Disponible en: https://www.samfyc.es/wpcontent/uploads/2018/07/v6n1.pdf
[14] Morisky DE, Green LW, Levine DM. Concurrent and predictive validity of a self-reported measure of medication adherence. Med Care. 1986; 24:67-74. Doi: http://doi.org/10.1097/00005650-198601000-00007
[15] Val Jiménez A, Amorós Ballestero G, Martínez P, Fernández ML, León M. Estudio descriptivo del cumplimiento del tratamiento farmacológico antihipertensivo y validación del test de Morisky y Green. Aten Primaria. [internet] 1992 [citado 8 may 2020]; 10:767-70. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/1472599
[16] Rodríguez Chamorro MA, García Jiménez E, Amariles P, Rodríguez Chamorro A, Faus MA. Revisión de tests de medición del cumplimiento terapéutico utilizados en la práctica clínica. Aten Primaria. 2008; 40(8):413-7. Doi: http://doi.org/10.1157/13125407
[17] Núñez Montenegro AJ, Montiel Luque A, Martín Aurioles E, Torres Verdú B, Moreno CL, González Correa JA. Adherencia al tratamiento en paciente polimedicados mayores de 65 años con prescripción por principio activo. Aten Primaria. 2014; 46(5):238-45. Doi: http://doi.org/10.1016/j.aprim.2013.10.003
[18] Garrido Garrido EM, García Garrido I, García López Durán JC, García Jiménez F, Ortega López I, Bueno Cavanillas A. Estudio de pacientes polimedicados mayores de 65 años en un centro de asistencia primaria. Rev Calid Asist. 2011; 26(2):90-6. Doi: http://doi.org/10.1016/j.cali.2010.10.002
[19] Romero Vigara JC, Llisterrio Caro JL, Turégano Yedro M, Cinza Sanjurjo S, Muñoz González L, Silvero YA, et al. Características clínicas y sociosanitarias en mayores de 65 años asistidos en Atención Primaria. Estudio PYCAF. Semergen. 2019; 45(6):366-74. Doi: http://doi.org/10.1016/j.semerg.2018.10.004
[20] Veliz Rojasa L, Mendoza Parra S, Barriaga OA. Adherencia terapéutica y control de los factores de riesgo cardiovasculares en usuarios de Atención Primaria. Enferm Univ. 2015; 12(1):3-11. Doi: http://doi.org/10.1016/j.reu.2015.05.003
[21] Vinaccia S, Quiceno JM, Fernández H, Gaviria AM, Chavarría F, Orozco O. Apoyo social y adherencia al tratamiento antihipertensivo en pacientes con diagnóstico de hipertensión arterial. Informes Psicológicos. [internet] 2016 [citado 8 may 2020]; 8:89-106. Disponible en: https://revistas.upb.edu.co/index.php/informespsicologicos/article/view/6120
[22] Mármol-López MI, Miguel Montoya I, Montejano Lozoya R, Escribano Pérez A, Gea-Caballero V, Ruiz Hontangas A. Impacto de las intervenciones enfermeras en la atención a la cronicidad en España. Revisión Sistemática. Rev Esp Salud Pública. [internet] 2018; 92:1-15. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/resp/v92/1135-5727-resp-92-e201806032.pdf
[23] Pisano González MM, Pisano González A. La modificación de los hábitos y la adherencia terapéutica, clave para el control de la enfermedad crónica. Enferm Clin. 2014; 24(1):59-66. Doi: http://doi.org/10.1016/j.enfcli.2013.10.006
[24] Costa Requena G, Salamero M, Francisco G. Validación del cuestionario MOS-SSS de apoyo social en pacientes con cáncer. Med Clin (Barc). 2007; 128(18):687-91. Doi: http://doi.org/10.1157/13102357
[25] Tuesca Molina R, Guallar Castillón P, Banegas Banegas JR, Graciani Pérez Regadera A. Determinantes del cumplimiento terapéutico en personas mayores de 60 años en España. Gac Sanit. [internet] 2006 [citado 8 may 2020]; 20(3):220-7. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0213-91112006000300008
[26] Moreno Juste A, Gimeno Miguela A, Poblador Plou B, González Rubio F, Aza Pascual Salcedo MM, et al. Adherencia al tratamiento de hipertensión arterial, hipercolesterolemia y diabetes en población anciana de una cohorte española. Med Clin (Barc). 2018; 153(1):1-5. Doi: http://doi.org/10.1016/j.medcli.2018.10.023
[27] Sandoval D, Chacón J, Muñoz R, Henríquez O, Koch E, Romero T. Influencia de factores psicosociales en la adherencia al tratamiento farmacológico antihipertensivo. Resultados de una cohorte del Programa de Salud Cardiovascular de la Región Metropolitana, Chile. Rev Med Chile. 2014; 142:1245-52. Doi: http://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co
[28] Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Encuesta Nacional de Salud de España 2017 [internet]. Madrid: Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social; 2017 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/encuestaNacional/encuesta2017.htm
[29] Azipiazu Garrido M, Cruz Jentof A, Villagrasa Ferrer JR, Abanades Herranz JC, García Marín N, Alvear Valero de Bernabé F. Factores asociados al mal estado de salud percibido o a la mala calidad de vida en personas mayores de 65 años. Rev Esp Salud Pública. [internet] 2002 [citado 8 may 2020]; 76:683-99. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272002000600005
[30] Hinojal Benavente Cuesta M, Quevedo Aguado MP. Autopercepción de salud, calidad de vida y bienestar psicológico en una muestra de mayores. Rev Esp Com Sal. 2019; 10(1):21-9. Doi: http://doi.org/10.20318/recs.2019.3993
 
 

Originales - 3 - Utilización correcta de los dispositivos de insulina en el control de la diabetes tipo II y factores asociados

 

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
Berlanga-Fernández S, Lucena-Márquez L, Carreiro-Alonso MA, López-Delgado AM, Echevarría-Bayas P, Almeda-Ortega J. Utilización correcta de los dispositivos de insulina en el control de la diabetes tipo II y factores asociados. RIdEC 2020; 13(1):36-48.
 
Fecha de recepción: 7 de abril de 2020. 
Aceptada su publicación: 28 de abril de 2020.
 

Autores

 
1 Sofía Berlanga-Fernández
2 Laura Lucena-Márquez
3,4 Miguel Ángel Carreiro-Alonso
5 Ana María López-Delgado
3 Pilar Echevarría-Bayas
6,7,8 Jesús Almeda-Ortega
 
  1. Unidad Docente Multiprofesional Atención Familiar y Comunitaria Costa de Ponent. Cornellà de Llobregat. Institut Català de la Salut. Barcelona.
  2. Centro de Atención Primaria Cervelló. Insittut Català de la Salud. Cervelló. Barcelona.
  3. Centro de Atención Primaria Amadeu Torner. Institut Català de la Salut. Hospitalet de Llobregat. Barcelona.
  4. Universitat de Barcelona. Departament d'Infermeria de Salut Pública, Salut Mental i Maternoinfantil. Campus Bellvitge. Hospitalet de Llobregat. Barcelona.
  5. Centro de Atención Primaria Sant Pere. Insittut Català de la Salud. Reus. Barcelona.
  6. Fundació Institut Universitari per a la Recerca a l'Atenció Primària de Salut Jordi Gol i Gurina. Barcelona.
  7. Unitat de Suport a la Recerca Costa de Ponent, Gerència Territorial Metropolitana Sud. Institut Català de la Salut. Cornellà de Llobregat. Barcelona.
  8. Universitat Autònoma de Barcelona. Bellaterra. Cerdanyola del Vallès. Barcelona.
 
 
CONTACTO:
 
Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
 

Resumen

 
Objetivo: describir la utilización de dispositivos de insulina en personas con diabetes mellitus y la relación de posibles factores asociados con el uso correcto o incorrecto de dichos dispositivos.
Método: estudio descriptivo transversal. Ámbito del estudio: centro de Atención Primaria urbano, Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Pacientes con diabetes mellitus tipo 2 insulinodependientes ≥ 50 años. Cálculo muestral aleatorio (n= 168 con IC95%, precisión ±5%), para estimar un porcentaje poblacional previsto del 80%, y porcentaje reposicional del 10%. Muestreo sistemático no probabilístico. Variables: manipulación correcta de dispositivo de insulina, características socio- demográficas, características relacionadas con el tratamiento y adherencia a la insulina, patologías concomitantes, miedos y reticencias. Análisis descriptivo univariante y bivariante.
Resultados: 162 personas con diabetes mellitus insulinodependientes, el 59,3% se administra correctamente insulina. El 51,8% refiere haber tenido problemas en la piel, relacionándose con un mayor número de pinchazos (p= 0,027).
El 50% afirma que ha olvidado ponerse la insulina (p= 0,001). El 38,1% refleja que en alguna ocasión no recuerda las indicaciones del profesional sanitario sobre la utilización de insulina (p= 0,021).
De los pacientes que presentan deterioro visual, al 22,9% le costaba administrarse la insulina una vez cargada (p= 0,038). En el caso de padecer deterioro manipulativo, al 21,5% le tiembla la mano mientras carga la insulina (p= 0,001) y al 26,2% asegura que una vez cargada le cuesta administrársela (p= 0,012).
Conclusiones: diversos factores conducen a errores en la autoadministración de insulina, sugiriendo una revisión periódica comprobada de la técnica y una reeducación sobre la autoadministración adecuada fomentando la adherencia correcta al tratamiento.
 
PALABRAS CLAVE:
seguridad del paciente; administración de la seguridad; insulina; educación en enfermería; diabetes mellitus; Atención Primaria de salud.
 

Title:

Correct use of insulin devices in the management of type II diabetes and associated factors

 

ABSTRACT:

 
Purpose: to describe the use of insulin devices in patients with diabetes mellitus and the relationship of potential associated factors with the correct or incorrect use of such devices.
Methods: a cross-sectional descriptive study. Study setting: a metropolitan Primary Care Center in Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Patients with insulin-dependent type 2 diabetes mellitus, aged ≥ 50 years. Random sample calculation (n= 168 with 95%CI, precision ±5%) to estimate a predicted 80% population rate and a 10% replacement rate. Non-probabilistic systematic sampling. Variables: correct handling of the insulin device, sociodemographic characteristics, treatment-related characteristics and adherence to insulin therapy, comorbidities, fears and reluctances. A descriptive univariate and bivariate analysis.
Results: 162 patients with insulin-dependent diabetes mellitus; 59.3% were correctly administering insulin. 51.8% reported skin problems, which were related to a higher number of punctures (p= 0.027).
50% reported having forgotten to take their insulin (p= 0.001). 38.1% said that, occasionally, they had not remembered the instructions given by their health professional regarding the use of insulin (p= 0.021).
Among the patients with visual impairment, 22.9% reported difficulties to administer insulin once loaded into the device (p = 0.038). Among patients with handling impairment, 21.5% had hand tremors while loading insulin (p= 0.001) and 26.2% reported that once loaded they had difficulty administering it (p= 0.012).
Conclusions: several factors result in mistakes in insulin self-administration, which suggests the need for a verified regular review of the administration method and re-education on the correct self-administration to promote treatment adhe- rence.
 
KEYWORDS:
patient safety; safe administration; insulin; nursing education; diabetes mellitus; Primary Health Care.
 

 

Introducción

 
La diabetes mellitus (DM) tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta a un 13,8% de los mayores de 18 años de la población española (1). Está asociada a una elevada morbimortalidad, con complicaciones macrovasculares y microvasculares que se relacionan con un mal control metabólico y glucémico debido, en numerosas ocasiones, a una inadecuada adherencia terapéutica (2,3).
Una vez diagnosticada la DM se establece un tratamiento, iniciado habitualmente con medidas no farmacológicas asociadas a cambios de estilo de vida (dieta y ejercicio) que serán evaluados a los 3-6 meses. En el caso de no conseguirse los objetivos de control, adaptados al paciente, se inicia el tratamiento farmacológico, con antidiabéticos orales y/o terapia con insulina (4-9).
La terapia con insulina ha evolucionado en los últimos años. En el año 2000, el consumo de insulina era de 11 dosis/habitante/día (DHD) y en el 2014, 17,3 DHD, es decir un 57,5% más. La razón de consumo de insulina respecto al de antidiabéticos orales es de aproximadamente 1:3, manteniéndose estable en los últimos años (10).
La insulina se considera un medicamento de riesgo según el Institute of Safe Medication Practice y está incluida en la lista MARC (lista de medicamentos de alto riesgo para el paciente crónico) por sus características: estrecho margen terapéutico y mayor probabilidad de causar daños graves o incluso la muerte si son utilizadas incorrectamente (11). En Cataluña, entre 2014 y 2015 se detectaron 1.828 errores comunicados por consumo de medicamentos. Un 2,4% corresponde a la insulina, de los cuales el 57% es debido a su incorrecta administración y el 23% a su prescripción inadecuada, considerándose uno de los grupos que encabezan las estrategias de seguridad del paciente de numerosos organismos de seguridad y autoridades sanitarias (11-14).
La adherencia al tratamiento con insulina es baja, oscila entre un 45% y un 77% y está condicionada por temores, percepciones erróneas, conocimientos y actitudes negativas “en el marco sociofamiliar” y la ansiedad que provoca en los pacientes debido a la administración, siempre inyectada, de la insulina. Esta falta de adherencia ocasiona menor efectividad clínica, más complicaciones y un aumento de ingresos hospitalarios con el consiguiente coste sanitario. Otros factores que también influyen serían la edad, la comorbilidad, la demencia, el apoyo social, la polifarmacia, el deterioro intelectual, así como el deterioro o pérdida de la capacidad funcional (10,15-20).
Los dispositivos destinados a la administración de insulina han variado desde que en 1985 se pasó de la utilización de jeringuilla y aguja a dispositivos como las plumas actuales con agujas mucho más cortas, minimizando el dolor a la inyección. Con ello se ha conseguido una mejor manipulación, aceptabilidad y seguridad en la administración del tratamiento. Asimismo, las plumas favorecen la autoadministración en pacientes con problemas visuales o manuales debidos a la edad avanzada porque permiten en el ámbito auditivo, visual y sensorial percibir el ajuste y carga de dosis (21-22).
El transcurso de los años ha permitido una evolución de estos dispositivos, incorporando aspectos como la diferenciación del tipo de insulina según el color de la pluma, la capacidad para inyectar más cantidad de insulina, o los dispositivos más grandes para personas con destreza manual deteriorada. Se ha observado como la introducción de la pluma ayudaba en el automanejo de la DM, la autoconfianza y la aceptación hacia la insulinización (23).
El profesional de enfermería tiene un papel clave en valorar qué dispositivo se adecua más a las necesidades de la persona, considerando aspectos como capacidades y necesidades del paciente, habilidades motoras, capacidad visual, presencia de enfermedades con riesgo de contagio sanguíneo, sociopatía y/o necesidad de delegar la responsabilidad de la administración de la insulina en un familiar o cuidador. El uso adecuado de los dispositivos requiere de aprendizaje en los diferentes procedimientos: almacenamiento, transporte y manejo de pluma para la inyección (carga de dosis, aguja nueva, localización de zona, limpieza, ángulo, pellizco, inserción de dosis), eliminación de dispositivos no reutilizables y observación de la piel post-aplicación (18-22). Es muy importante que el paciente, la familia o el cuidador reciban una educación que incluya conservación y manipulación de la insulina, manejo correcto de los dispositivos (incluyendo recambios de agujas) y técnica de inyección adecuada (incluyendo rotación en zonas de punción) (26-28).
No obstante, se observa, a pesar de los avances, que uno de los problemas para la administración de insulina es el correcto empleo y manipulación de los dispositivos. Por ejemplo, en relación con los dosificadores: el paciente gira el “reloj” hasta la dosis prescrita, realiza la punción subcutánea y en lugar de apretar el botón de administración, vuelve el reloj hasta cero y, por tanto, no se administra ninguna unidad de insulina aun habiéndose pinchado con el dispositivo, siguiendo una ejecución incorrecta en la técnica y errores en los diversos pasos (23,26). A pesar del trabajo que se lleva a cabo desde las consultas de enfermería hay pacientes que no comprenden los sistemas de administración (28) o no recuerdan las indicaciones de los profesionales sanitarios (20-29).
La DM exige la capacidad en la persona para cumplir con el tratamiento, a veces complejo, incluyendo precauciones en el manejo de dispositivos de dosificación, en la medición de la concentración de su glucemia además de otras medidas higiénico- dietéticas. Dichos ajustes son particularmente difíciles en personas de avanzada edad que requieren de un desarrollo de habilidades como la autoadministración y el autoajuste de insulina (19). Se estima que el 40% de los pacientes no cumple con las recomendaciones terapéuticas; en el caso de las enfermedades crónicas alcanza el 45% cuando los regímenes terapéuticos consisten en cambios de hábitos y estilos de vida (19).
Dada la elevada prevalencia de la enfermedad, así como la comorbilidad y mortalidad asociada a su mal control, por una mala adherencia a la medicación o a errores en la utilización de los distintos dispositivos, conservación del medicamento o técnica inadecuada, este estudio pretende describir el uso de plumas y dosificadores de insulina por parte de personas diabéticas, especialmente aquellas de edad avanzada con problemas cognitivos, sensoriales y articulares; así como su adherencia, técnica y manipulación. Así mismo se estudian las posibles relaciones de factores de riesgo para el empleo correcto o incorrecto de dichos dispositivos.
 
Metodología
 
Diseño: estudio observacional, descriptivo, transversal.
Población de estudio: 429 personas con DM que se administran insulina identificadas y adscritas al centro de Atención Primaria Amadeu Torner de Hospitalet de Llobregat.
Criterios de selección: criterios inclusión: personas diagnosticadas de DM tipo 2 insulinodependiente que utilicen dispositivos para administrar insulina, ser mayores de 50 años y tener ficha de dispensación de material diabético abierta. Criterios de exclusión: barreras idiomáticas, pertenecer a atención domiciliaria o residencia geriátrica.
Tamaño de la muestra: tamaño muestral calculado a través de Calculadora de tamaño muestral Granmo, versión 7.12 (Institut Municipal d'Investigació Mèdica, Barcelona). Se obtiene que una muestra aleatoria de 168 individuos es suficiente para estimar, con una confianza del 95% y una precisión de +/- 5 unidades porcentuales, un porcentaje poblacional que se prevé que sea alrededor del 80% (24). El porcentaje de reposiciones necesarias por no participación o falta de información que se ha previsto es del 10%.
Muestreo: muestreo no probabilístico sistemático constituido por todas las personas que acuden a la consulta de enfermería o a recoger material diabético (tiras para glucómetro y/o agujas para bolígrafo) y que cumplan los criterios de inclusión y exclusión. También se obtuvieron de las personas que acuden a la consulta específica de retirada de material diabético.
Variables:
  • Variable dependiente: manipulación correcta del dispositivo de insulina: (sí/no). Se entiende por manipulación correcta del dispositivo la respuesta afirmativa de todas las variables: visualizar y cargar la dosis correctamente, aplicar la dosis correctamente, ángulo correcto de inserción de la aguja, realización de pliegue en la piel, longitud adecuada de la aguja y almacenamiento y transporte correcto.
  • Variables independientes:
  • Características sociodemográficas: edad (años), sexo (hombre/mujer) y convivencia (solo/pareja/otros familiares).

  • Características relacionadas con el tratamiento de insulina: tipo de insulina utilizada (rápida/lenta/intermedia/mixta), tiempo de tratamiento (años), persona que administra insulina (persona que padece la enfermedad/a veces otro (cuidadora o familiar), nº pinchazos/día.

  • Patologías concomitantes: deterioro cognitivo (sí/no), deterioro visual (sí/no), deterioro auditivo (sí/no), deterioro manipulativo (sí/no), alcoholismo (sí/no), polifarmacia (sí/no). No se mira en HCAP: se recoge lo que comentaron los pacientes.

  • Adherencia a la insulina: frecuencia olvidos de insulina (alguna vez/nunca), frecuencia olvidos dosis insulina (alguna vez/nunca), frecuencia olvido si se la había administrado o no (alguna vez/nunca), actuación ante olvido (texto libre), problemas visuales y dosis de carga (alguna vez/nunca), actuación ante problemas visuales (texto libre), dificultad en cargar dosis (alguna vez/nunca), temblor en la carga (alguna vez/nunca), conservación insulina (sí/no), problemas en piel tras administración insulina (alguna vez/nunca), cambio zonas de punción (sí/no), zonas de punción (brazos/piernas/abdomen/nalgas), lipodistrofias y/o hematomas (sí/no), frecuencia de cambio aguja (cada inyección/cada dos inyecciones/cada tres o más inyecciones), duración de la insulina utilizada> 1 mes (sí/no), fecha obertura en dispositivo insulina abierto (sí/no), lugar de desecho de agujas y dispositivos (texto libre), disposición de glucagón (sí/no) y utilización de glucagón (sí/no).

  • Miedos y reticencias: miedo al administrarse insulina (sí/no), dificultad en aceptar insulina (sí/no), recordar lo que profesional sanitario explica sobre el empleo de insulina (sí/no) y equivocaciones en las indicaciones proporcionadas (sí/no).

Temporalidad: el estudio de campo y el eclutamiento de pacientes se realizaron desde septiembre de 2018 a febrero de 2019.
Recogida de datos: mediante cuestionario ad hoc hetero-administrado que incluye todas las variables mencionadas. 
Se utilizaron dos estrategias para recoger la información:
  • Los pacientes que cumplían criterios e iban a visitarse ese día al pasar la consulta de enfermería.
  • Los pacientes que acudían a recoger material diabético en consulta específica.
Se llevaron a cabo reuniones previas con los investigadores participantes para homogenizar criterios y una prueba piloto para valorar la idoneidad de la encuesta.
Análisis de los datos
Se efectuó un análisis descriptivo univariante. Para las variables cuantitativas se utilizó mediana como medida de tendencia central y rango intercuartílico (RIQ) como medida de dispersión. Para las variables cualitativas se calculó distribución de frecuencias y porcentajes
A fin de detectar asociaciones entre diferentes variables y el empleo correcto de dispositivos de insulina se realizaron análisis bivariantes mediante el test de Chi cuadrado, test exacto de Fisher, de Wilcoxon o U de Mann-Whitney, según condiciones de aplicación. Del mismo modo se analizó la asociación entre diferentes variables independientes de posible interés clínico- terapéutico. Para todos los contrastes se asume el nivel de significación de 0,05.
Consideraciones éticas
Se informó a los participantes del estudio sobre los objetivos de este y sobre las intervenciones vinculadas a su participación en la hoja de información al paciente. Se solicitó el consentimiento informado necesario para poder participar en el estudio a través de la realización de la entrevista y mediante firma en la hoja de participación del paciente. Se aseguró la confidencialidad y anonimato de los datos según las leyes vigentes en todo el proceso del estudio tanto en la fase de ejecución como en las presentaciones o publicaciones que se deriven del mismo. Existen datos obtenidos de la historia clínica informatizada informando al paciente expresamente sobre qué datos se recogen y con qué fin. En la hoja de recogida de información se registró un código identificativo del paciente, que se relaciona con el nombre y apellidos de este mediante un archivo externo. El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación de la Fundación “Institut Universitari per a la recerca a l'Atenció Primària de Salut Jordi Gol i Gurina” (IDIAPJGol) con código P18/133.
Conflicto de intereses
No se establece ningún conflicto de interés con ningún laboratorio proveedor de estos dispositivos por parte de los investigadores.
 
Resultados
 
De 172 participantes hubo 10 pérdidas por errores de registro con 162 participantes finales en el estudio. Un 56,8% (n= 92) era hombre y un 43,2% (n= 70) mujer. La edad mediana ha sido de 71 años (RIQ= 14,25 años). La mayoría de los encuestados convive en pareja 62,3% (n= 101), presenta deterioro visual 81,4% (n= 131) y polifarmacia 70,4% (n= 114).
La variable principal, definida como uso adecuado del dispositivo de insulina, indica que un 59,3% (n= 96) de los pacientes hace un correcto uso del dispositivo de insulina.
La principal insulina empleada por los pacientes reclutados es la de acción lenta (análogo), que representa un 51,9% (n= 84). La combinación de insulina de acción rápida con dosis de acción lenta es administrada por el 29,6% (n= 48). No se encontró asociación estadísticamente significativa entre el tipo de insulina empleada con la variable principal (p= 0,135) (Tabla 1).
El 56,2% (n= 91) de los casos se administra insulina desde hace más de 6 años, de los cuales el 48,3% (n= 44) realiza un uso incorrecto del dispositivo de insulina. No se encontró asociación estadísticamente significativa entre el tiempo de tratamiento con la variable principal (p= 0,152), pero esta variable sí se relacionó con el deterioro visual (p= 0,008) (Tabla 1).
En cuanto al número de administraciones de insulina, el 50,0% (n= 81) lo realiza una vez al día, el 25,9% (n= 42) dos veces al día y el 24,1% (n= 39) se administra insulina tres o más veces al día (Tabla 1). De estos pacientes solo el 11,7% (n= 19) cambia la aguja en cada inyección, el 22,2% (n= 36) cada dos inyecciones y el 66,0% (n= 107) realiza el cambio por encima de las tres administraciones. El 51,8% (n= 83) refiere haber tenido problemas en la piel, relacionado con la aparición de hematomas o lipodistrofias (Tabla 2).
En relación con las zonas en las que más se administran insulina se encuentra el abdomen con un 44,4% (n= 72), seguida de piernas y abdomen con un 16% (n= 26) y de piernas más brazos más abdomen con el 14,8% (n= 24). Solo una persona se la aplicaba en los glúteos y un 10,5% (n= 17) incluía los glúteos junto con los brazos y/o piernas y/o abdomen como lugar de administración (Tabla 2).
En relación con el uso adecuado de dispositivo de insulina, presenta dificultad en la carga del dispositivo de insulina (p= 0,019), temblor en la mano mientras carga el dispositivo de insulina (p =0,184), una vez cargada la insulina, el paciente presenta dificultad para administrársela (p= 0,049) (Tabla 2).
Fuera de la relación con la variable principal, en este estudio se encontró asociación estadísticamente significativa entre la presencia de problemas en la piel y un mayor número de pinchazos (p= 0,027).....
 

 

Tabla 1. Principales resultados de las características sociodemográficas y clínicas según el uso correcto o no de los

dispositivos

 

Correcto uso (n= 96)

No correcto uso (n= 66)

p-valor

Frecuencia

%

Frecuencia

%

Sexo

 

 

 

 

0,075*

Mujer

47

49,0

23

34,8

 

Hombre

49

51,0

43

65,2

 

Convivencia

 

 

 

 

0,229**

Vive solo

12

12,5

15

22,7

 

Vive en pareja

63

65,6

38

57,6

 

Vive con familiares

21

21,9

13

19,7

 

Tipo de insulina

 

 

 

 

0,135**

Insulina rápida

2

2,1

3

4,5

 

Insulina lenta

51

53,1

33

50,0

 

Intermedia

5

5,2

2

3,0

 

Insulina mixta

6

6,3

10

15,2

 

Rápida y lenta

32

33,3

16

24,2

 

Rápida y mixta

0

0,0

2

3,0

 

Tiempo de tratamiento

 

 

 

 

0,152**

0-11 meses

11

11,5

6

9,1

 

12-23 meses

14

14,6

5

7,6

 

24 meses a 6 años

24

25,0

11

16,7

 

> 6 años

47

49,0

44

66,7

 

Pinchazos día

 

 

 

 

0,485**

1

49

51,0%

32

48,5

 

2

22

22,9

20

30,3

 

3

7

7,3

3

4,5

 

4

18

18,8

10

15,2

 

5

0

0,0

1

1,5

 

Deterioro cognitivo

 

 

 

 

0,292*

22

22,9

20

30,3

 

No

74

77,1

46

69,7

 

Deterioro visual

 

 

 

 

0,008*

71

74,0

60

90,9

 

No

25

26,0

6

9,1

 

Deterioro auditivo

 

 

 

 

0,246*

28

29,2

25

37,9

 

No

68

70,8

41

62,1

 

Deterioro manipulativo

 

 

 

 

0,251*

35

36,5

30

45,5

 

No

36

54,5

61

63,5

 

Alcoholismo

 

 

 

 

0,646***

3

3,1

1

1,5

 

No

93

96,9

65

98,5

 

 

Tabla 1. Principales resultados de las características sociodemográficas y clínicas según el uso correcto o no de los

dispositivos (continuación)

 

Correcto uso (n= 96)

No correcto uso (n= 66)

p-valor

Frecuencia

%

Frecuencia

%

Polifarmacia Sí

No

 

64

32

 

66,7

33,3

 

51

15

 

77,3

22,7

0,099*

Mediana RIQ Mediana RIQ p-valor

Edad (años)

Pinchazos/día

70

1

14,2

2

72

2

13,5

1

0,714**

0,877**

 

RIQ= rango intercuartílico * Test de Chi-Cuadrado ** Prueba U de Mann-Whitney ***Test Exacto de Fisher

 

Tabla 2. Principales resultados de las características de adherencia a insulina y miedos o reticencias, según el uso

correcto o no de los dispositivos

 

Correcto uso (n= 96)

No correcto uso (n= 66)

p-valor

Frecuencia

%

Frecuencia

%

Adherencia a la insulina

Alguna vez se olvidó de administrarse la insulina

26

27,3

18

27,1

0,559*

Se le olvidó en alguna ocasión la dosis que debe inyectarse

8

8,3

4

6,1

0,413*

En alguna ocasión le ha ocurrido que no

recuerde si se había administrado la insulina

34

35,4

26

39,4

0,606*

Le cuesta ver cómo se carga la dosis

12

12,5

14

21,2

0,138*

Le cuesta cargar la insulina

1

1,0

6

9,1

0,019**

Le tiembla la mano mientras carga la insulina

7

7,3

9

13,6

0,184*

Una vez cargada, le cuesta administrársela

13

13,5

17

25,8

0,049*

Ha tenido problemas en la piel a causa de la

insulina

52

54,2

28

42,4

0,153*

Rotar las zonas de punción

88

91,7

58

87,9

0,427*

La insulina le dura más de un mes

24

25,0

33

50,0

0,030*

En qué zonas se administra insulina Brazos

Piernas Abdomen Glúteos

Brazos y piernas y abdomen

 

2

6

38

13

37

 

2,1

6,3

39,6

13,5

38,5

 

1

3

29

4

29

 

1,5

4,5

43,9

6,1

43,9

0,589***

Ha observado hematomas y/o lipodistrofias

51

53,1

32

48,5

0,562*

Pone fecha de obertura a la insulina

7

7,3

5

7,6

0,946*

 

Tabla 2. Principales resultados de las características de adherencia a insulina y miedos o reticencias, según el uso

correcto o no de los dispositivos (continuación)

 

Correcto uso (n= 96)

No correcto uso (n= 66)

p-valor

Frecuencia

%

Frecuencia

%

Recuerda cómo se conserva la insulina

94

98,9

62

95,4

0,185*

Dispone de glucagón

28

29,2

11

16,7

0,067*

Utiliza el glucagón

4

4,2

3

4,5

0,907**

Frecuencia de cambio de aguja Cada inyección

Cada dos inyecciones

Cada tres inyecciones o más

 

12

26

58

 

12,5

27,1

60,4

 

7

10

49

 

10,6

15,2

74,2

0,153***

Miedos o reticencias

Refieren miedo a administrarse insulina

7

7,3

7

10,6

0,461*

Le costó aceptar tener que comenzar un tratamiento con insulina

48

50,0

34

51,5

0,850*

Olvida lo que su enfermera o médico le han dicho acerca de la utilización de insulina

16

16,7

18

27,3

0,103*

Entendieron de forma equivocada las indicaciones dadas por su enfermera o médico

18

18,8

18

27,3

0,200*

* Test de Chi-Cuadrado ** Test Exacto de Fisher *** Prueba U de Mann-Whitney

 
Entre los pacientes que padecen deterioro cognitivo, el 59,5% (n=25) refiere que en alguna ocasión no recuerdan si se había administrado o no la insulina (p= 0,001) y el 50% (n= 21) afirma que ha olvidado ponerse la insulina (p= 0,001). El 38,1% (n= 16) ha indicado que en alguna ocasión no recuerda las indicaciones que su enfermera o médico le han dicho en lo relacionado a la utilización de insulina (p= 0,021).
De los pacientes que presentan deterioro visual el 22,9% (n= 30) refirió que le costaba administrarse la insulina una vez cargada (p= 0,038). En el caso de padecer deterioro manipulativo, un 21,5% (n= 14) indicó que les tiembla la mano mientras carga la insulina (p= 0,001) y un 24,6% (n= 16) asegura que una vez cargada les cuesta administrársela (p= 0,012).
Al 34,1% (n= 57) de los pacientes la insulina una vez abierta le dura más de 30 días, y de estos tan solo un 15,8% (n= 9) pone la fecha de apertura de insulina en el bolígrafo (p= 0,007).
Finalmente para las variables donde las respuestas se recogieron mediante texto libre los participantes manifestaron que: cuando les cuesta cargar la dosis emplean como recursos: gafas, lupa, fuente de luz, contar el sonido al cargarse, acercarse más al dispositivo, consultar con un familiar, limpiar los ojos y cambiar el ángulo donde visualiza la dosis.
Cuando los participantes no recuerdan si se habían puesto o no la insulina: esperaban a la siguiente dosis, se la ponían cuando se acordaban, miraban la glicemia y en función del resultado se la administraban, hacían memoria y recordaban los pasos, y comprobaban la insulina que le quedaba en el bolígrafo.
El lugar de desecho del material utilizado ha sido: basura, centro sanitario, farmacia y lugar de desecho municipal.
 
Discusión
 
Los resultados del presente estudio muestran que seis de cada diez entrevistados (60%) realiza correctamente la técnica en la administración de insulina, valorándose para ello la visualización y la carga de dosis correcta, aplicación de dosis correctamente, tamaño de la aguja, pellizco, ángulo de la aguja, almacenamiento y transporte de insulina (24-30). No obstante, cuatro de cada diez no lo efectúan correctamente. Esta proporción es menor que la proporción del estudio de referencia utilizado para el cálculo muestral (24). Es por ello la importancia de efectuar una adecuada educación sanitaria, dado que los profesionales invierten más tiempo de consulta en el control de la glicemia y ajuste de dosis que en la técnica de inyección y comprobación, siendo esta imprescindible para un buen control de la diabetes (31,32), así como por el control de los efectos adversos del tratamiento (33).
Al analizar los problemas de salud se observa que los entrevistados presentan dificultades visuales, seguidos de problemas manipulativos, auditivos, cognitivos y polimedicados, hallazgos encontrados en estudios previos en los que la DM se asocia a problemas visuales (25), de fuerza de agarre (34) y limitación funcional que aumenta con la edad llegando a la discapacidad o dependencia física para realizar actividades relacionadas con la movilidad, resistencia y fuerza (35) y polifarmacia (36). Esto afecta al autocuidado que puede volverse más complejo e imposible de llevar a cabo, entre otras cosas por cambios en el sistema nervioso y en las funciones cognitivas (36,37). En esta línea hubiera sido interesante profundizar en la evaluación de las funciones cognitivas, afectivas y físicas para conformar la valoración general de la persona con DM (38).
Casi la mitad de los participantes utiliza insulina hace más de seis años, siendo la insulina lenta (glargina y detemir) la más empleada. Estos hallazgos son coincidentes con otros estudios en los que entre las insulinas más usadas se encuentran los análogos (39). Esto se explica porque las personas mayores presentan mayor riesgo de hipoglucemias que los más jóvenes, y que los análogos de insulina basal no demostraran superioridad en el control glicémico, al menos provocan menos hipoglucemias que la insulina humana NPH, por lo que resulta recomendada a esta edad (36). La mitad se administra una vez al día la insulina, resultados que pueden ser coincidentes con otros que indican que la mitad de los encuestados se administra insulina una vez al día (39).
Una de cada cinco personas que utilizaba insulina olvidaba en alguna ocasión administrarse la dosis y seis de cada diez en alguna ocasión no recordaba si se la había puesto. Estos resultados son superiores a datos consultados, en los que el 15,9% alguna vez o nunca se administraba la dosis correcta con pluma (31), y en el 20% omitía su administración, orientando sobre las causas de la omisión: edad, educación, tipo de diabetes, dieta, número de inyecciones diarias, interferencia de la inyecciones en la vida diaria y al dolor o incomodidad por las inyecciones (40), siendo interesante abordar estas variables en estudios posteriores.
Solo a uno de cada diez encuestados les costaba ver el número correcto de dosis con el consecuente riesgo de no administrarse la dosis correcta; en cambio otros resultados indicaban que el 21,5% de los usuarios de pluma no marcaban la dosis correctamente (31).
Existe relación entre los que les costaba ver la carga y presentan deterioro visual, así como padecer deterioro manipulativo y temblor durante la carga y dificultad al administrar la insulina. Determinados pacientes manifestaron que les costaba apretar el botón de inyección y llegar hasta el final para poderse administrar la dosis de insulina, o la utilización de fuentes de luz, lupa, gafas, oír “el clic” de la carga o la consulta a un familiar para asegurarse de la dosis correcta. Esta información puede ser relevante para futuros estudios.
La mayoría de los encuestados cambia la aguja cuando la ha empleado tres o más veces. Este dato es coincidente con otros estudios en los que la reutilización no se lleva a cabo en cada inyección (41,42). Hubiera sido interesante indagar los motivos por los que no es más frecuente el cambio, dado que la bibliografía identifica motivos como: encontrar pesado llevar agujas de repuesto, la no percepción del dolor o el ser más ecológico la reutilización (41).
En este estudio se ha identificado asociación entre mayor empleo de aguja de insulina y tener problemas en la piel (hematomas/lipodistrofias), lo cual ya ha sido estudiado con anterioridad obteniendo como resultado la aparición de lipodistrofia asociada a causas como incorrecta rotación, reutilización de agujas, dolor, sangrado y años de uso de insulina (41,43). No obstante, se ha llegado a afirmar que la evidencia disponible no es concluyente para establecer una asociación entre la presencia de lipohipertrofia y reutilización de agujas, dado que estudios analizados eran muy heterogéneos (33).
Las personas que reutilizan las agujas percibían más dolor en la inyección. Además del exceso de uso de las agujas también es necesario tener en cuenta otras variables como son la longitud de la aguja, diámetro de la aguja, así como con el contexto de la inyección (presencia de ruido y de otras personas) (44) elementos no recogidos en este estudio.
Si se observa la zona más habitual de administración en los encuestados es en el abdomen, seguida de abdomen y piernas. Tal y como se identifica en otras ocasiones, los glúteos eran los menos utilizados (32). En el presente estudio casi todos los encuestados rotaban las zonas de punción, resultados parecidos (42) y a veces discrepantes (31) a la bibliografía consultada, relacionándose además la rotación con el tiempo transcurrido desde que habían recibido información al respecto (43). Casi la mitad ha tendido problemas en la piel a causa de la insulina, en este sentido los resultados son similares a los ya estudiados (32), o mayor que en otros (31). Hubiera sido interesante comparar en varias ocasiones si realmente la rotación se efectuaba de manera correcta, puesto que se ha estudiado diferencia entre lo que refiere y lo que correctamente se realiza, siendo este último porcentaje menor (31,39,42). También hubiera sido relevante indagar sobre los motivos de no rotación ya estudiados: facilidad de acceso, falta de información, lipohipertrofia de la zona, dolor y hábitos arraigados (39).
Se recogieron comentarios relacionados con la mala calidad de las agujas, que se doblaban en su administración, así como en la retirada de la aguja del bolígrafo o pluma (pinchazos de los pacientes en su retirada). Así mismo, el lugar de desecho era habitualmente en bote de vidrio o directo a la basura. Los encuestados también habían manifestado pinchazos de cuidadores, familiares y de ellos mismos durante este procedimiento. La eliminación de estos residuos en la basura o en contendedores específicos depende de las normativas vigentes (39,45). La normativa que rige en este servicio es que las agujas u objetos punzantes usados en un domicilio particular no tienen consideración legal de residuos sanitarios, por lo que no se han de agrupar en contenedores para gestionarse como residuos sanitarios peligrosos. A pesar de esto, se recomienda encapsular y proteger la aguja (48).
Aun así, son elevados los residuos generados por las personas que tienen DM en sus hogares (lancetas, bolígrafos, agujas, etc.) (46). La no información sobre las instrucciones de desecho de objetos afilados o eliminación incorrecta de las agujas es elevada, por lo que es importante incorporar estrategias de educación para la salud sobre la eliminación de estos desechos (25,45).
La proporción de los encuestados a los que la insulina le dura más de un mes es elevado, y solo un pequeño porcentaje pone fecha de apertura del dispositivo. A veces no recuerdan cuando la pluma empezó a utilizarse. Cuando se realizó esta pregunta, los encuestados solían descontar la dosis del dispositivo a la carga final de la pluma, calculando de esta manera su duración. Aunque la mayoría de los participantes recordaba cómo se conservaba la insulina, se debería indagar más sobre la verificación de la fecha de caducidad, la información disponible de la duración en óptimas condiciones de la pluma una vez abierta, así como de su conservación (31).
En relación con el glucagón, el 24,1% dispone de él y de ellos un 17,9% lo ha utilizado. Estos resultados son inferiores a los encontrados con anterioridad, en cuanto a su disposición, el 32,7%, como a su utilización, el 37,8%. Se confirma que pocas personas con DM disponen de glucagón en su domicilio y que pocas lo han usado alguna vez, constatando la desinformación en cuanto a la disposición y manejo en domicilio (47).
A la mitad de los entrevistados le costó aceptar el inicio del tratamiento y uno de cada cinco olvida lo que su enfermera o médico le han dicho de la insulina en alguna ocasión o entendieron de forma equivocada sus indicaciones. Esto refuerza la importancia de repasar la información, de manera actualizada, sobre la técnica de administración de insulina, su conservación y transporte en las visitas al centro de Atención Primaria.
Como limitaciones de este estudio se ha de considerar que pudieran haber existido sesgos, como el de información (cuestionario ad hoc), sesgo de deseabilidad social o sesgo de respuesta invariable, a pesar de que para evitarlo se realizaran reuniones previas con los investigadores participantes para homogenizar criterios y se llevara a cabo una prueba piloto que permitió valorar la idoneidad de la encuesta. Además, el estudio es un muestreo no probabilístico, lo que impide asegurar la representatividad de la muestra y está limitado a un centro de salud (no es multicéntrico). No obstante, se ha constatado que más de la mitad de los participantes fue hombre con una edad media de 72,5 años, datos que van en concordancia con el estudio Di@betes que muestra una incidencia de DM más elevada en varones y con aumento de tendencia en este sexo, cuanto mayor es la edad (1), aunque otros trabajos indican que afectan más al sexo femenino justificado por el mayor promedio de vida y asociado a un proceso de “feminización del envejecimiento” (37,38).
Se concluye que las enfermedades crónicas son relevantes en una población que cada vez está más envejecida y que requiere de una evaluación de las condiciones personales y del entorno con respecto a la adherencia farmacológica y la utilización de los dispositivos de insulina.
Se hace necesario que los profesionales sanitarios se cercioren de que el paciente comprende la parte conceptual de los cuidados que debe realizar, pero también es de gran relevancia confirmar que realmente los aplica, poniéndose en práctica en la propia consulta. De esta manera se consigue un mejor seguimiento e implicación por parte del paciente y posiblemente una mayor adherencia al tratamiento.
Se detectan diferentes factores que conducen a errores en la autoadministración de insulina sugiriendo una revisión periódica de la técnica y una reeducación sobre la autoadministración adecuada y uso correcto de los dispositivos de insulina. Esto permitirá reducir errores y complicaciones facilitando una adherencia correcta al tratamiento.
 
Bibliografía
 
[1] Soriguer F, Goday A, Bosch-Comas A, Bordiú E, Calle-Pascual A, Carmena R, et al. Prevalence of diabetes mellitus and impaired glucose regulation in Spain: The Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Study. Diabetologia. 2012; 55(1):88-93. Doi: http://doi.org/10.1007/s00125-011-2336-9
[2] American Diabetes Association. Classification and Diagnosis of Diabetes: Standards of Medical Care in Diabetes-2019. Diabetes Care. 2019; 42(Suppl 1): S13-S28. Doi: http://doi.org/10.2337/dc19-S002
[3] Smith-Palmer J, Brändle M, Trevisan R, Orsini Federici M, Liabat S, Valentine W. Assessment of the association between glycemic variability and diabetes-related complications in type 1 and type 2 diabetes. Diabetes Res Clin Pract. 2014; 105(3):273-84. Doi: http://doi.org/10.1016/j.diabres.2014.06.007
[4] Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Informe de Utilización de Medicamentos U/AN/V1/03092015. Utilización de medicamentos antidiabéticos en España durante el periodo 2000-2014 [internet]. Madrid: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; 2015. [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.aemps.gob.es/medicamentosUsoHumano/observatorio/docs/antidiabeticos-2000-2014.pdf
[5] Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Recomendaciones en el tratamiento farmacológico de la DM2 del Grupo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la SEMI [internet]. Madrid: SEMI; 2019 p. 1. [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.fesemi.org/sites/default/files/documentos/publicaciones/algoritmo-manejo-diabetes-gt-diabetes-4.pdf
[6] Botas Velasco M, Cervell Rodríguez D, Rodríguez Montalbán AI, Vicente Jiménez S, Fernández de Valderrama Martínez I. Actualización en el diagnóstico, tratamiento y prevención de la neuropatía diabética periférica. Angiología. 2017; 69(3):174-81. Doi: http://doi.org/10.1016/j.angio.2016.06.005
[7] American Diabetes Association. Glycemic Targets: Standards of Medical Care in Diabetes-2019. Diabetes care. 2019; 42(Suppl 1):S61-S70. Doi: http://doi.org/10.2337/dc19-S006
[8] Artola Menéndez S. El uso de la insulina en el nuevo algoritmo de tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 de la redGDPS (2014). Diabetes Práctica. [internet] 2014 [citado 8 may 2020]; 05(Supl Extr 7):1-24. Disponible en: http://www.diabetespractica.com/files//docs/publicaciones/142123505702_Editorial_5-7.pdf
[9] Alemán JJ, Artola S, Franch J, Mata M, Millaruelo JM y Sangrós J en nombre de la RedGDP. Recomendaciones para el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2: control glucémico. 2014. RedGDP [internet] [citado 8 may 2020]. Disponible en: http://www.redgdps.org/gestor/upload/file/Algoritmo_redGDPS_marzo2014.pdf
[10] Sicras-Mainar A, Navarro-Artieda R, Morano R, Ruíz L. Consumo de recursos sanitarios y costes asociados al inicio del tratamiento con fármacos inyectables en pacientes con diabetes mellitus tipo 2. Endocrinología y Nutrición. 2016; 63(10):527-35. Doi: http://doi.org/10.1016/j.endonu.2016.07.001
[11] Ayestarán A, Carrera-Santaliestra MJ. Prevenció d’errors de medicació amb les insulines. Butlletí de prevenció d'Errors de medicació a Catalunya. Medicaments [internet] 2015 [citado 8 may 2020]; 13(4):1-8. Disponible en : http://medicaments.gencat.cat/web/.content/minisite/medicaments/professionals/butlletins/butlleti_errors_medicacio/documents/arxius/but_EM_v13_n4_CAT.pdf
[12] Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Proyecto MARC. Elaboración de una lista de medicamentos de alto riesgo para los pacientes crónicos. Informe 2014 [internet]. Madrid: Dirección General de Salud Pública, Calidad e Innovación; 2014 [citado 8 m ay 2020]. Disponible en: https://www.seguridaddelpaciente.es/resources/documentos/2014/Proyecto_MARC_2014.pdf
[13] National Patient Safety Agency. Patient Safety First. The “how to guide” for reducing harm from high risk medicines. Norf.org [internet] 2008 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.norf.org.uk/Resources/Documents/Resources%20documents/patientsafetyfirst.nhs.uk%20%20Deterioration%20Guide.pdf
[14] Institute for Healthcare Improvement. How-to guide: Prevent harm from high-alert medications. Updated April 2012 [internet]. Cambridge, MA: Institute for Healthcare Improvement; 2012 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.colleaga.org/sites/default/files/attachments/HowtoGuidePreventHarmHighAlertMedications-7_2.pdf
[15] Barag SH. Insulin therapy for management of type 2 diabetes mellitus: Strategies for initiation and long-term patient adherence. J Am Osteopath Assoc. [internet] 2011 [citado 8 may 2020]; 111(7 Suppl 5):S13-S19. Disponible en: https://jaoa.org/article.aspx?articleid=2094074
[16] Nau DP. Recommendations for improving adherence to type 2 diabetes mellitus therapy-focus on optimizing oral and non-insulin therapies. Am J Manag Care. [internet] 2012 [citado 8 may 2020]; 18(3 Suppl):S49-S54. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22558942
[17] Davies MJ, Gagliardino JJ, Gray LJ, Khunti K, Mohan V, Hughes R. Real-world factors affecting adherence to insulin therapy in patients with type 1 or type 2 diabetes mellitus: A systematic review. Diabet Med. [intenet] 2013 [citado 8 may 2020]; 30(5):512-24. Doi: http://doi.org/10.1111/dme.12128
[18] Zozaya N, Villoro R, Hidalgo A, Oliva J, Rubio M, García S. Estudios de coste de la diabetes tipo 2: una revisión de la literatura [internet]. Madrid: Instituto de Salud Carlos III, Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Ministerio de Economía y Competitividad; 2015.p.43. [citado 8 may 200]. Disponible en: http://gesdoc.isciii.es/gesdoccontroller?action=download&id=26/05/2015-28ff538b32
[19] Pérez Martínez VT. El anciano diabético y la respuesta adaptativa a la enfermedad. Rev Cubana Med Gen Integr. [internet] 2010 [citado 8 may 2020]; 26(2):309-20. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252010000200011&lng=es
[20] Mira JJ, Lorenzo S, Vitaller J, García EI, Aranaz J. ¿Qué hacen y qué deben hacer los pacientes diabéticos para evitar errores con el tratamiento? Endocrinol Nutr. 2012; 59(7):416-22. Doi: http://doi.org/10.1016/j.endonu.2012.05.007
[21] Magwire ML. Adressing Barriers to Insuin Therapy: The role of insulin pens. Am J Ther 2011; 18(5):392-402. Doi: http://doi.org/10.1097/mjt.0b013e3181ef4dde
[22] Rosenberg AF. Participation in a mentored quality-improvenment program for insulin pen safety: Opportunity to augment internal evaluation and share with peers. Am J Health-Syst Pharm. 2016; 73(19 Suppl 5): S32-S37. Doi: http://doi.org/10.2146/ajhp160418
[23] Departament de Salut. Generalitat de Catalunya. Errores de medicación relacionados con el tratamiento con insulina. Butlletí de prevenció d'Errors de medicació a Catalunya. [internet] 2005 [citado 8 may 2020]; 3(2):4-5. Disponible en: http://medicaments.gencat.cat/web/.content/minisite/medicaments/professionals/butlletins/boletin_errores_medicacion/documents/arxius/but_EM_v03_n2_CAST.pdf
[24] Vianna MS, Silva PAB, Nascimento CV, Soares SM. Capacidad de autocuidado en la administración de insulina en adultos mayores de 70 años de edad o más. Rev Latino-Am Enfermagem. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 25:e2943. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/rlae/v25/es_0104-1169-rlae-25-e2943.pdf
[25] Frid A, Hirsch L, Gaspar R, Hicks D, Kreugel G, Liersch J, et al. New injection recommendations for patients with diabetes. Diabetes & Metabolism. [internet] 2010 [citado 8 may]; 36(2):3-18. Disponible en: https://www.em-consulte.com/en/article/273744
[26] Van der Burg T. Injection Force of SoloSTAR® compared with other disposable Insulin Pen Devices at Constant Volume Flow Rates. J Diabetes Sci Thecnol. 2011; 5(1):150-5. Doi: http://doi.org/10.1177/193229681100500120
[27] Vidal M, Colungo C, Jansà M. Actualización sobre técnicas y sistemas de administración de la insulina (I). Av Diabetol. [internet] 2008 [citado 8 may 2020]; 24(3):255-69. Disponible en: http://antia.usal.es/TOLes/MM/3Enfermeria/Presen2/dimg/T%C3%87cnicas%20y%20sistemas%20de%20administraci%C2%A2n%20de%20insulina.%20Av%20Diabetol.pdf
[28] Vidal M, Colungo V, Jansà M. Administración de Insulina: nuevas recomendaciones. Rev ROL Enferm. [internet] 2011 [citado 8 may 2020]; 34(6):450-61. Disponible en: https://www.e-rol.es/articulospub/articulospub_paso3.php?articulospubrevista=34(06)&itemrevista=%20450-461#
[29] Mira JJ. Pacientes por la seguridad de los pacientes. El papel del paciente en la seguridad de los pacientes. Med Prevent. [internet] 2010 [citado 8 may 2020]; 16(3):5-11. Disponible en: http://www.sempsph.com/images/stories/recursos/pdf/revistas/2010/mayo/M_PREVENTIVA_3_2010.pdf
[30] Rini C, Roberts BC, Morel D, Klug R, Selvage B, Pettis RJ. Evaluating the Impact of Human Factors and Pen Needle Design on Insulin Pen Injection. J Diabetes Sci Technol. [internet] 2019 [citado 8 may 2020]; 13(3):533-45. Doi: http://doi.org/10.1177/1932296819836987
[31] Trief PM, Cibula D, Rodríguez E, Akel B, Weinstock RS. Incorrect insulin administration: A problem that warrants attention. Clinical Diabetes. 2016; 34(1):25-33. Doi: http://doi.org/10.2337/diaclin.34.1.25
[32] Grassi G, Scuntero P, Trepiccioni R, Marubbi F, Strauss K. Optimizing insulin injection technique and its effect on blood glucose control. J Clin Transl Endocrinol. 2014; 1(4):145-50. Doi: http://doi.org/10.1016/j.jcte.2014.07.006
[33] Zabaleta-del-Olmo E, Vlacho B, Jodar-Fernández L. Urpí-Fernández AM, Lumillo-Gutiérrez I, Agudo-Ugena J. Morros-Pedrós R, Violán C. Safety of the reuse of needles for subcutaneous insulin injection: A systematic review and meta-analysis. Int J Nurs Stud. [internet] 2016 [citado 8 may 2020]; 60:121-32. Doi: http://doi.org10.1016/j.ijnurstu.2016.04.010
[34] Morros-González E, Germán Borda M, Reyes-Ortiz C, Chavarro-Carvajal D, Cano-Gutiérrez C. Anciano con diabetes y factores asociados. Estudio SABE. Acta Médica Colombiana. [internet] 2017 [citado 8 may 2020]; 42(4):230-6. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/amc/v42n4/0120-2448-amc-42-04-00230.pdf
[35] Cobo A. Limitación funcional y perfil de salud del paciente anciano con diabetes en España [Tesis Doctoral]. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos; 2016 [citado 8 may 2020]. Disponible en: https://www.educacion.gob.es/teseo/imprimirFicheroTesis.do?idFichero=yZTvTeHhXLE%3D
[36] Gómez R, Díez-Espino J, Formiga F, Lafita J, Rodríguez-Mañase L, González-Sarmiento E, et al. Tratamiento de la diabetes tipo 2 en el paciente anciano. Med Clin (Barc). 2013; 140(3):134.e1–134.e12. Doi: http://doi.org/10.1016/j.medcli.2012.10.003
[37] Leitón Espinoza ZE, Villanueva Benites ME, Fajardo Ramos E. Relación entre variables demográficas y prácticas de autocuidado del adulto mayor con diabetes mellitus. Salud Uninorte. [internet] 2018 [citado 8 may 2020]; 34(2):443-54. Disponible en: http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/salud/article/view/11121/214421443564
[38] Carmona DY, Moreno PLE, Méndez FL, Escalona RCR, Ortega PJA. Caracterización clínico-epidemiológica de los pacientes ancianos diabéticos con discapacidad funcional. Rev Méd Electrón. [internet] 2018 [citado 8 may 2020]; 40(4):1032-44. Disponible en: https://www.medigraphic.com/cgibin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=83243
[39] Calliari LE, Cudizio L Tschiedel B, Pedrosa HC, Rea R, Pimazoni-Netto A, et al. Insulin Injection Technique Questionnaire: Results of an international study comparing Brazil, Latin America and World data. Diabetology and Metabolic Syndrome 2018; 10(1):85. Doi: http://doi.org/10.1186/s13098-018-0389-3
[40] Peyrot M, Rubin RR, Kruger DF, Travis LB. Correlates of insulin injection omission. Diabetes Care. 2010; 33(2):240-5. Doi: http://doi.org/10.2337/dc09-1348
[41] Frid AH, Kreugel F, Grassi G, Halimi S, Hicks D, Hirsch LJ, et al. New Insulin Delivery Recommendations. Mayo Clin Proc. 2016; 91(9):1231-55. Doi: http://doi.org/10.1016/j.mayocp.2016.06.010
[42] Sauvanet JP, Halimi S. Técnica de inyección de insulina: ¿qué les gusta a los pacientes diabéticos en Francia? Medecine Des Maladies Metaboliques. 2017; 11(5):406-15. Doi: http://doi.org/10.1016/S1957-2557(17)30098-6
[43] Frid AH, Hirsch LJ, Menchior AR, Morel DR, Strauss KW. Worldwide Injection Technique Questionnaire Study: Injecting complicatiosn and the role of the professional. Mayo Clin Proc. 2016; 91(9):1224-30. Doi: http://doi.org/10.1016/j.mayocp.2016.06.012
[44] Kalra S, Mithal A, Sahay R, John M, Unnikrishnan AG, Saboo B, et al. Indian Injection Technique Study: Injecting Complications, Education, and the Health Care Professional. Diabetes Therapy. 2017; 8(3):659-72. Doi: http://doi.org/10.1007/s13300-017-0244-9
[45] da Cunha GH, Barbosa RVA, Fontenele MSM, Lima MAC, Franco KB, Fechine FV. Insulin therapy waste produced in the households of people with diabetes monitored in Primary Care. Rev Bras Enferm. 2017; 70(3):618-25. Doi: http://doi.org/10.1590/0034-7167-2016-0406
[46] Agència de Residus de Catalunya i Associació de Diabètics de Catalunya. Millorem la gestió dels residus associats a la diabetes. Departament de medi ambient i habitatge [internet]. Barcelona: Generalitat de Catalunya; 2016 [citado 8 may 2020]. Disponible en: http://residus.gencat.cat/web/.content/home/lagencia/publicacions/prevencio/diptic_diabetis_cat.pdf
[47] Fornos-Pérez JA, Ferrer JC, García-Rodríguez P, Huarte-Royo J, Molinero-Crespo A, Mera-Gallego R, et al. La diabetes en España desde la perspectiva de la farmacia comunitaria: conocimiento, cumplimiento y satisfacción con el tratamiento. Farmacéuticos Comunitarios. [internet] 2016 [citado 8 may 2020]; 8(2):5-15. Disponible en: http://farmaceuticoscomunitarios.org/es/journal-article/diabetes-espana-desde-perspectiva-farmacia-comunitaria-conocimiento-cumplimiento/full