Hace ya más de 20 años, bajo la sombra de unas acacias en los Jardines del Real (Viveros) de la ciudad de Valencia, un grupo de enfermeras se reunió para analizar, debatir y buscar alternativas al desarrollo de la enfermería comunitaria. Entre esas enfermeras se encontraba Mercedes Albiach Requena, Merche. Enfermera muy comprometida con la enfermería y una luchadora incansable en defensa de la misma. Su discurso franco, directo y pragmático siempre contagiaba de entusiasmo a quienes tuvimos la suerte de compartir con ella esas reuniones que fueron el germen de lo que hoy en día es la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC). Merche, por tanto, fue socia fundadora de la AEC. Su personalidad y sus fuertes convicciones contribuyeron sin duda a fundar la que sería la primera Sociedad Científica de Enfermería Comunitaria en España. Sin embrago, otra de sus cualidades, su humildad, hicieron que su presencia fuese siempre muy discreta cuando no imperceptible. Pero su impronta, sus aportaciones, sus ideales y sus ideas impregnaban de fortaleza la Sociedad recién creada y permitían tener un referente a quienes con ella iniciamos el camino.
El transcurso de los años y la inercia generada en los inicios hicieron que Merche quisiese adoptar aún más un papel secundario, en la sombra, sin que con ello desapareciese de escena. Sus aportaciones puntuales, oportunas y concretas siempre constituyeron un valor inestimable en el desarrollo de la AEC que por voluntad propia siempre quiso que protagonizase de manera más directa su querido Desiderio, miembro fundador junto a ella y gran valedor de todo el trabajo desarrollado. Los dos eran uno y cada uno de ellos era un ejemplo de pundonor, motivación, ilusión y esfuerzo con los que lograban contagiar a quienes tuvimos la suerte de conocerla y compartir ese sueño colectivo.
Merche ha sido espectadora de la evolución de la AEC, pero nunca lo ha sido desde la pasividad, sino desde la honda y convencida participación activa aunque silenciosa y sin estridencias. Y este sigilo es el que, posiblemente, haya provocado que no se notase su ausencia en los últimos meses. Lamentablemente, no fue una ausencia deseada, ni voluntaria, ni querida. Fue una ausencia generada por el secuestro que la enfermedad hizo de su salud. Su fortaleza, sus ganas de vivir y su permanente lucha hicieron frente con valentía a las adversidades, como siempre había hecho. Y no es que perdiese, ni se rindiese, ni tan siquiera se conformase, simplemente asumió con entereza, como siempre hizo, el final de su trayecto vital. Y se fue como vivió, como sintió, como amó, en silencio pero intensamente, sintiéndose querida y respetada.
En todos cuantos tuvimos la inmensa suerte de conocerte, de quererte y de acompañarte siempre quedará imborrable el recuerdo de tu energía vital que continuará siendo necesario para seguir avanzando como siempre hiciste, con alegría, determinación y sin miedo a nada ni a nadie. Nosotros nos quedamos con el dolor de tu ausencia física, pero con la gran alegría de tu legado personal y profesional.
Como dijo nuestro querido Desi al compartir tu adiós…
…Al partir… un beso y una flor.
Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC)