Autor/a:
José Ramón Martínez Riera
Cargo:
Presidente de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC)
Cuando la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) está a punto de celebrar su vigésimo aniversario, las noticias en torno al desarrollo y consolidación de la Enfermería comunitaria, tanto en el ámbito de la especialidad como en el de la atención generalista, y de la propia AEC se suceden.
La AEC alcanza su madurez y su mayoría de edad como sociedad científica en unos momentos enormemente difíciles para la sociedad española y europea, para la profesión enfermera y para las enfermeras. La crisis ha irrumpido con fuerza y ha sido utilizada como excusa para muchas decisiones oportunistas, interesadas y negativas para los intereses de la población en general, de la sanidad en particular y de las enfermeras de manera muy significativa. Y en este escenario de incertidumbre, inequidad, pérdida de derechos y logros, la AEC ha sabido no tan solo mantenerse, sino crecer y situarse como referente claro e indiscutible de la salud comunitaria. Tanto desde la propia AEC, como a través de SESPAS, en donde también hemos logrado reconocimiento y respeto a través de nuestros posicionamientos, opiniones y aportaciones, hemos sabido defender los intereses profesionales y científicos de la especialidad, de las enfermeras, del sistema sanitario y de las personas, las familias y la comunidad a las que nos debemos.
Ya han pasado los tiempos en los que lamentábamos nuestra ausencia de los principales foros de análisis y toma de decisiones a nivel tanto autonómico como estatal. Actualmente la AEC no solo participa de manera activa y decidida en todas y cuantas comisiones, grupos de trabajo y reuniones se convocan por parte de los principales organismos sociosanitarios, sino que además es escuchada cuando así lo solicita. La AEC es un interlocutor imprescindible, un asesor indispensable, un analista necesario y un avalista deseado. No se entiende ya que la AEC no esté presente en los principales foros de trabajo. No se comprende que no haga su aportación objetiva, serena, realista y sincera a cualquier estado de cuestión relacionada con la salud comunitaria y la salud pública que se plantee.
Pero además, la AEC ha conseguido también ser compañero de viaje deseado por múltiples organizaciones, sociedades, instituciones y empresas que ven en su fortaleza y posicionamiento científico-profesional y social una oportunidad en el logro de objetivos comunes. Nunca la AEC había establecido tantos convenios. Convenios que favorecen sinergias conjuntas, vertebran voluntades y desarrollan acciones tendentes a la mejora de múltiples acciones.
La AEC se ha abierto paso en la sociedad del conocimiento y de la ciencia y ha logrado el reconocimiento que su potencial merece a través de sus acciones y de sus recursos (web, grupos de trabajo, RIdEC…). Y todo ello ha sido logrado gracias al esfuerzo compartido, al trabajo constante, a la motivación permanente, a la implicación decidida de todas/os las socias/os que han participado intensamente en cuantas acciones y actividades se ha colaborado. Su posición de permanente escucha, diálogo, análisis, reflexión y debate han permitido que, actualmente, seamos vistos como un aliado necesario y no como un enemigo incómodo por parte de nuestros interlocutores naturales.
El crecimiento de la AEC en cuanto a socias/os e implantación en todo el territorio nacional ha sido progresivo, alcanzando presencia en la totalidad de comunidades autónomas. Y todo ello a pesar de la crisis, de los recortes, de las presiones y de la, en muchas ocasiones, lógica decepción de las enfermeras que tienen que asumir cada vez más carga de trabajo con una alta responsabilidad, a un mínimo coste y casi nulo reconocimiento.
Y a pesar de todo ello o precisamente por ello somos conscientes de lo mucho que nos queda por recorrer, de los objetivos que nos faltan alcanzar, de las expectativas que nos quedan por cubrir. Somos realistas y por eso vamos paso a paso, sin desfallecer. Con entusiasmo pero sin alegrías innecesarias, con valentía pero sin temeridad, con orgullo pero con humildad, con ambición pero sin prepotencia. En definitiva, con la fuerza que nos da el saber qué queremos y cómo, cuándo y de qué manera conseguirlo. El camino no será fácil, nunca lo ha sido, pero veinte años dan madurez y bagaje suficientes para continuar con espíritu de superación permanente.
Hay que superar viejos y atávicos temores que nos impidan avanzar y ver fantasmas que no hacen sino distraer nuestro verdadero sentido de existencia. Debemos enfrentar la realidad y desposeerla de viejos y arcaicos recuerdos, lo que no significa que tengamos olvidar lo vivido por doloroso que haya podido ser. Recordemos sin nostalgia y sin rencor para poder seguir avanzando y creciendo. Hay que darle sentido a lo que hacemos y perseguimos, aunque en muchas ocasiones parezca, precisamente, que carezca de sentido. Dejemos el odio que tan solo es muestra de falta de imaginación y pongámonos a trabajar en la construcción de una Enfermería comunitaria fuerte, dinámica, científica, cercana, reconocida y admirada por todos. Nuestros enemigos tan solo son nuestros propios miedos y éstos se vencen con la convicción de quien, como la AEC, sabe lo que quiere. No será por tanto la AEC la que impida el diálogo y el trabajo conjunto con quien así lo quiera en beneficio de la Enfermería comunitaria, siempre que se mantengan permanentemente vivos los principios y fines que nos identifican.
Preparémonos pues para celebrar nuestro 20 aniversario. Para disfrutarlo y compartirlo. Para gozar del presente, agradecer el pasado y afrontar el futuro. Con fuerzas renovadas y con la esperanza permanente de seguir avanzando. No depende de nadie más que de nosotros. Tenemos toda una vida por delante.
Felicidades AEC.