Existen condicionantes que llevan a la población a tener una idea propia sobre el quehacer enfermero desconociendo su campo competencial y de responsabilidades. El objetivo es valorar la percepción de los usuarios sobre aspectos relacionados con el rol enfermero en Atención Primaria.

Estudio observacional, descriptivo, transversal y analítico. Se construyó encuesta autoadministrada con once preguntas para distribuir a pacientes que acudieran a consulta enfermera en tres Zonas Básicas de Salud (Tenerife). Cumplimentada anónimamente previo consentimiento verbal. Utilizamos para describir la muestra las frecuencias relativas de categorías, media y desviación estándar o mediana y percentiles (P5-P95), según la distribución. En el análisis bivariante se emplearon ANOVA de un factor, T-Student y Chi-cuadrado, según variables implicadas. Todas las pruebas bilaterales y ejecutadas con ayuda del paquete estadístico SPSS v.20.0, nivel de significación alfa 0,05%.

Muestra total: 345 personas (51% hombres), edad: 52(16,48)años. Los resultados obtenidos muestran mayor frecuencia de respuestas para las categorías en las que se valora positivamente a la enfermera: existe conocimiento general, a priori adecuado, acerca de la labor enfermera, se le atribuye buen criterio profesional y autonomía para tomar decisiones, nivel de estudios universitarios, capacidad de resolución de problemas de salud e importancia para el funcionamiento de los centros de salud. Se comprobó que a más edad, más visitas al centro de salud y a enfermería, mayor conocimiento de su labor y mayor creencia de que la denominación correcta era ATS-practicante (p<0,050).

Las personas mayores realizan más visitas al centro de salud y a las enfermeras, teniendo además, mayor conocimiento sobre su labor. Por tanto, parece estar relacionado esto último con el contacto que se tiene con ésta. A pesar de ello, ese mismo grupo pensaba que la denominación correcta es la de ATS- practicante, lo cual puede tener relación con su pertenencia a generaciones donde existía tal figura profesional. El hecho de que sean los hombres quienes consideren en mayor medida que las enfermeras no tienen capacidad diagnóstica, nos plantea la posible relación que puede esto tener con una profesión predominantemente femenina, históricamente supeditada al colectivo médico, mayoritariamente masculino. La capacidad diagnóstica se vincula más a un mayor nivel de estudios y a una correcta denominación. Estos pacientes reconocen que las enfermeras están a su disposición, más que a la disposición del médico. Por tanto, podría inferirse una mayor atribución de competencias a la enfermería por parte de la población.