Se describe un caso atendido en atención primaria de salud, de una paciente que presenta criterios de fragilidad, atendida en el hogar por su familiar, la cual en los últimos meses aumenta sus demandas de cuidados profesionales. Se sospecha que la cuidadora pueda claudicar en los cuidados, por lo que realizamos una valoración detallada el 11 de Junio de 2015 y un plan de cuidados individualizado para ambas.

Tanto paciente como cuidadora muestran alteraciones en la valoración de los patrones de actividad y ejercicio, percepción y manejo de la salud, autopercepción y autoconcepto, función y relación, y adaptación y tolerancia al estrés, aunque con características diferentes y teniendo en cuenta el rol de cada una.

El diagnóstico principal de la paciente es: NANDA (00257) Síndrome del anciano frágil, ya que aglutina otros diagnósticos sobre los deterioros físicos y cognitivos que presenta. Se incluye el diagnóstico NANDA (00074): Afrontamiento familiar comprometido en su plan de cuidados, por la afectación directa que tiene sobre ella el estado de salud de su cuidadora. La cuidadora presenta como diagnóstico principal y único: NANDA (00055) Desempeño ineficaz de rol, relacionado con su estado físico y con la mala percepción de su salud.

Dentro de los resultados esperados, se incluyen mantener los niveles de salud de la paciente, prevenir situaciones que puedan alterar su nivel de dependencia y tratar problemas relacionados con su estado de ánimo. Así mismo, se pretende modificar la percepción de la cuidadora sobre sus capacidades y aumentar su salud física general.

Las intervenciones que se han planteando para la consecución de los objetivos dejan que la enfermería ejerza su papel asistencial, pero respeta y promueve la independencia familiar mediante el soporte emocional y la identificación de otros sistemas de apoyo.

La evaluación se realizará valorando los indicadores de resultados cuando se considere que las intervenciones realizadas puedan haber generado cambios.

La claudicación en los cuidados, puede traer consigo el riesgo de que un paciente con dependencia leve, se convierta en un gran dependiente, e incluso que la propia salud del cuidador se vea afectada en este proceso. Es por ello, que cuando existe un cuidador principal, debamos valorar su estado y sus capacidades para mantener un buen funcionamiento familiar. La intervención enfermera y el trabajo interdisciplinar será clave en este proceso.